Ópera rara y difícil pero, partiendo de la base literaria de la que parte, no es para menos.
Vaya por delante que la parte musical me pareció interesante, iba como creando distintos planos estilísticos que se solapaban sin chirriar. Creo que, a diferencia de otros "estrenos mundiales" que hemos sufrido, el autor no ha caído en la autocomplacencia y ha intentando sumergirse en el texto para crear su música. Diría que es una música dura pero que está a un pasito de ser asequible para el gran público. No lo es, ¡que si no no sería ópera contemporánea! Pero fragmentos puramente orquestales, la parte flamenquita (lo más exportable) y momentos como la escena de Julieta o el final finalísimo, tienen su aquél.
En este sentido, creo que la orquesta hizo muy buen trabajo.
En el debe, la parte vocal y esa manía de los compositores de hacer a los cantantes ir dando saltos interválicos que quedan ridículos y, sobre todo, se cargan la poesía del texto. Los dos dúos (el de las drags y el del mago al final) acabaron resultando un peñazo de mucho cuidado.
No obstante, la parte de los cantaores está muy cuidada, y la escena de Julieta me resultó fascinante (aunque alargada en exceso).
Buenas prestaciones del equipo de cantantes, entre los que destacaría a José Antonio López, Thomas Tatzl, Antonio Lozano e Isabella Gaudí. Muy bien los cantaores.
La amplificación tuvo sus más y sus menos, y la fueron modificando según cantaban las voces líricas o las flamencas, con algún desajuste. No me molestó, no me pareció escandalosa.
Por otra parte está el asunto del libreto.
Directamente, se necesita un libro de instrucciones o un master en surrealismo e iconografía lorquiana para entenderlo. Echo de menos un libreto estilo "Ediciones Cátedra", que eran libros que tenían más notas explicativas al margen que texto en sí.
Llegué con el programa de mano leído y creo que con los conceptos básicos de lo que me iban a contar entendidos. Pues bien, el libretista y el director de escena parece que quieren que no entendamos nada de nada. Porque salí con la misma idea. Sí, sigo con mi idea del teatro al aire libre versus bajo la arena, las máscaras, los espectadores, la mujer... pero todo lo demás requiere de un estudio de simbología de agárrate y no te menees.
¿La producción? Pues bueno, con los clásicos decorados que lo mismo valen para Rigoletto que para Wagner: unas luces, unos espejos, unos biombos. Graciosa la tumba de Julieta con ese laberinto modelo PacMan. Los figurines, muy "ya vistos", pero al menos identificativos: los caballos eran caballos, el pastor pastor, el emperador emperador y el cristo cristo. Me los cambian y ya me da el peperleque.
Notable la coreografía de los caballos. La otra, muy convencional (lo de los movimientos espasmódicos ya está muy manido).
Ópera pues, difícil, que requiere predisposición, atención y cierta apertura de mente. En el descanso hubo deserciones, pero no escandalosas, al menos arriba.
Mi impresión global: aceptable, sin más. Dudo que esta ópera tenga recorrido más allá de esta producción.
Pese a que argumentalmente no tienen nada que ver, no puedo evitar hacer una comparación, por fusión de música popular/contemporánea y temática lorquiana, con la Ainadamar de Golijov que vimos en 2012. Ainadamar es la ópera al aire libre, El Público es la ópera bajo la arena.
Y no se hagan de cruces con las críticas de los periódicos: tratándose de una ópera nueva, es lógico y esperable que en su mayor parte se remitan a su proceso de creación y sus características.
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