Como parece que nadie se anima, hago yo una pequeña crónica, que hacía tiempo que no me lanzaba.
Bastante mediocre representación, lastrada en buena parte por la dirección blanda y muy lenta del maestro Massimo Zanetti, al que se puede acusar de intento de homicidio por ahogamiento de la Sra. Cedolins en el final de la famosa aria Un bel dì vedremo. Cuando por fin se lanzaba a meter un poco de brío, la orquesta hacía desaparecer a los que estaban en el escenario, que por otra parte, parecían importar poco o nada al director.
La inicialmente prevista Barbara Frittoli fue sustituida por Fiorenza Cedolins, que ya no está para un papel tan difícil como Cio Cio San. Volumen justo y agudos angustiosos, co extrañas vocalizaciones (aes por es y cosas así), si bien conserva un centro muy italiano y hay que reconocer que se entrega en la tarea, especialmente en el final, pero no basta para conectar con la joven nipona.
El tenor Piero Pretti es un pega agudos... y poco más. Cuando a Goro se le oye mucho más que a Pinkerton, es que la cosa no va bien.
Correcto Luis Cansino como Sharpless y regular la Suzuki de Gemma Coma Alabert. A destacar el Goro de Mikeldi Atxalandabaso, muy bien cantado e interpretado.
El coro, a ratos, aunque quedó muy bonito el coro a bocca chiusa.
La escena, cutrilla, con alguna incoherencia como que entre los actos segundo y tercero a Butterfly la vemos dormida y luego le dice Suzuki que se vaya a dormir, que debe de estar agotada (quizá alguna narcolepsia escondida entre líneas en el libretto, chi lo sa?). Tampoco acabo de enetender por el qué el tio bonzo camina como un luchador de sumo y esas sombras chinescas (o japonescas) que siguen a los personajes.
En fin, que después del estupendo Werther del mes pasado, esto supo a poco o muy poco, salvo mejor criterio de los que saben más que un servidor.
_________________ Ogni saggiezza chiudesi nel gaudio e nel amore
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