No es fácil escuchar ópera en Burgos -exceptuando las dos funciones anuales de Ópera 2001 y algún otro proyecto aislado-, una ciudad sin temporada operística estable desde hace muchos años. Por el Teatro Principal desfilaron cantantes de la talla de Enrico Tamberlick, Tito Schipa, Mercedes Capsir y Emilio Sagi Barba, citando a algunos de los más importantes. Aunque su presencia fue fugaz, cosecharon grandes éxitos en una época en la que se programaba con cierta frecuencia ópera y zarzuela. Desgraciadamente, esto es historia. Por ello, muchos agradecemos y disfrutamos los escasos recitales que tienen lugar en la ciudad, como el que ayer ofreció Ainhoa Arteta y la Orquesta Sinfónica de Bilbao (dirigida por Emmanuel Joel-Horchak) en el Auditorio Fórum Evolución.
En el programa, un bella bella selección de arias y piezas orquestales de Mascagni, Puccini, Leoncavallo, Catalani y Cilea. Tras el Intermezzo de L´amico Fritz, la elegante soprano vasca hizo su entrada en el escenario para cantar "Tu che di gel sei cinta", de la ópera Turandot. Desde el comienzo pudimos adivinar sus virtudes -un canto siempre matizado, un fraseo ligado y una fuerte presencia escénica-, pero también algunos problemas evidentes: un vibrato que perjudicó la nitidez del texto y un extremo agudo algo velado, sin la calidad tímbrica del resto de su voz. Tras el intermedio de Pagliacci, Arteta ofreció la que en mi opinión fue su mejor interpretación de la tarde-noche: una conmovedora "Donde lieta uscì" de La Bohème, en la que lució un canto sedoso y unas maneras nada truculentas. Es el suyo un verismo contenido, en el que apenas hay lugar para sollozos innecesarios. Es cierto que a lo largo del recital empleó en ocasiones el registro de pecho, pero sin abusar y con el fin de subrayar dramáticamente algunas situaciones. El intermezzo de Manon Lescaut dió paso a la última pieza de la primera parte del concierto: "Sola, perduta, abbandonata", que la cantante interpretó con calculada desolación.
La segunda parte se inició con la obertura de Le Maschere de Mascagni- una delicia algo juguetona y de aires clásicos-, seguida por "Ebben? Ne andrò lontana" de La Wally, interpretada con las mismas armas por la soprano. Continuó el concierto con el Preludio sinfónico de Puccini y la famosa "Vissi d´arte" de Tosca, cuya cálida versión quedó un poco deslucida por la tensión en la zona aguda (a la que accedió, en ocasiones, empleando discutibles portamentos). Tras el siempre resultón y arrebatador Intermezzo de Cavalleria Rusticana, se cerró la parte oficial del concierto con una reseñable y delicada versión de "Io son l´umille ancella" de Adriana Lecouvreur. El director Emmanuel Joel-Hornak -al frente de una Orquesta Sinfónica de Bilbao que, pese a algunos desajustes puntuales en las cuerdas, sonó muy centrada- acompañó con mimo a la cantante, evitando volúmenes excesivos y ofreciendo, en general, versiones reposadas -pero sin caídas de tensión evidentes- de las piezas orquestales.
En lo extramusical, también fue un concierto con detalles muy loables de la soprano. De las flores que le fueron entregadas al final del concierto, separó una para la concertino y otra para el director, aplaudiendo su labor. Arteta solicitó que el resto del ramo fuera llevado a la tumba del director Rafael Frühbeck de Burgos (fallecido el pasado junio), con quien no trabajó pero al que, según comentó, consideraba un padre musical (también habló con cariño del maestro Nello Santi). Dedicó al maestro burgalés la conocida aria "O mio babbino caro" de Gianni Schicchi, muy celebrada por los espectadores. La soprano ofreció una segunda propina -el famoso vals de Musetta "Quando m´en vo"-, no sin antes recordar la importancia que tuvo "La Bohème" -su debut en el Metropolitan en 1994, como Mimì- y el papel de Musetta en su carrera operística. En resumen, un concierto muy disfrutable y con más público del habitual en el Fórum.
_________________ Anche l' idea muor, tu non muori giammai, tu, l' Eterna canzon!
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