Como no encuentro el hilo donde comentábamos la temporada en los cines, abro este nuevo para que vayamos hablando del Andrea Chénier londinense que, supongo, estuvimos viendo unos cuantos.
Creo que fue un espectáculo de gran nivel, ópera en estado puro, valga el tópico, de esa que gusta a los tiffosi y ante la que nos tenemos que rendir los pijoteros. Andrea Chénier no tendrá la música más inspirada de la historia, ni la trama más elaborada, pero es indiscutible la eficacia con la que los elementos musicales se ponen al servicio del teatro y viceversa. Estuve rodeado de espectadores que la escuchaban por primera vez y terminaron todos con un nudo en la garganta. Si se aficionan a este bendito arte ya tendrán tiempo de descubrir los trucos.

Respecto a la función, la estrella fue Jonas Kaufmann, claro, y me parece que ha superado la prueba con nota. El papel tal vez no sea idóneo para su temperamento dramático, pero esa hermosa voz de timbre baritonal, expansiva, percutiente en el agudo, va atrapándonos y arrastrándonos con el drama de Giordano e Illica. A este hombre no se le puede negar la musicalidad, ni el trabajo concienzudamente germánico que hace con cada personaje. Y, como escribí hace poco, su evolución en el repertorio italiano es indudable. Lástima que sigue haciendo cosas bastante feas, quizás tenga limitaciones técnicas que los expertos nos aclararán: la gola, menos presente que en otros papeles, se hace notar en los alrededores del pasaje, en los pianos puede oírse cualquier cosa (su primer dúo lo inició con un sonido indefinible), pero las cualidades de este cantante compensan sobradamente esos defectos, al menos como Andrea. En cuanto a Eva Maria Westbroek, formó con él un dúo en completa sintonía, dominando todos los registros de la evolución del personaje con un canto de muchos quilates que culmina en un acto final antológico. Dos aspectos –en principio, dos “defectos”- me han ganado el respeto por esta cantante: la solvencia con la que integra un registro agudo que no va sobrado y la expresividad de un fraseo no muy idiomático. Muy ilustrativo el momento, recogido en uno de los intermedios, del ensayo en el que trabaja sobre “Ecco, l’altare”, siguiendo las sugerencias de Pappano con la humildad de una alumna de canto. El tercer vértice del reparto es Zeljko Lucic. Aquí bajamos un escalón, pero seguimos bastante alto. El serbio estuvo regulero al principio y se fue entonando. En el tercer acto intentó matizar un papel que siempre me ha parecido el más interesante de la obra, pero que se queda a menudo en la peor versión del verismo. El problema es que la voz de Lucic resulta más convincente en el bruto canto y le faltan recursos para transmitir todo lo que tiene en la cabeza. Y como esto está quedando muy rollo, señalar solo que escuchamos una buena Madelon (Elena Zilio), una condesa para pocos trotes (Rosalind Plowright) y una muy floja Bersi (Denyce Graves).

Antonio Pappano es un director casi indiscutible en música operística. El tapiz orquestal de este Andrea Chénier lo tiene todo: impacto, lirismo, musicalidad, claridad expresiva… Hubo memorables momentos de protagonismo instrumental: esa marcha popular imponiéndose sobre la gavota aristocrática del primer acto o el arranque de la segunda escena del segundo acto. Sin embargo, por encima de todo primó en su lectura el sentido teatral, la flexibilidad y el diálogo con las voces. Insisto en recomendar los comentarios del músico italiano o sus ensayos con los cantantes en el intermedio de la función.

Por último, la dirección escénica de David McVicar es razonablemente disfrutable, aunque en un DVD resultará un poco decepcionante. Apuesta por la ambientación histórica, con cuidados figurines pero sin recargar demasiado el mobiliario y los decorados, dando la debida importancia al trabajo actoral. Eso sí, que nadie espere aportaciones brillantes a la trama, ni sutiles detalles dramáticos. McVicar tiene muy claro lo que quiere enfocar y así, por ejemplo, entre los protagonistas y la contraparte coral queda oscurecido lo que podríamos llamar el “plano intermedio” (en el primer acto, por ejemplo, Bersi y Carlo hasta su “explosión” pasan prácticamente desapercibidos para quien contempla la obra por primera vez).

En cualquier caso, y pese a las objeciones apuntadas, la función del jueves fue, si no me engaño, todo un acontecimiento de la actual temporada operística. Que se manifieste mister Tucker, que también estuvo por ahí (a unos cuantos kilómetros de distancia).

Me encanta la Westbroek. Es magnífica...

Me pareció una representación muy brillante de un operón, gustándome mucho más la segunda parte, actos III y IV.

Se pueden destacar defectos pero en líneas generalmente fue una ópera muy bien interpretada tanto en canto como en actuación. Hacía mucho tiempo que no me emocionaba como en la escena final, bravo!!!

Notables tanto director musical como escénico, y qué gran acto final, mucho mejor que esos hierros de Madrid. Dirección de escena muy medida y precisa, vestuario excelente, fantásticos los secundarios del juicio e inolvidable final.

Lucic empezó con un gallo y me temí lo peor, pero me convenció plenamente en el acto III, me llevó totalmente a un plano interpretativo de altísimo nivel en el que es hasta feo reparar en defectos vocales, me atrevería a decir que hasta robó un poco la función a las estrellas.

Kaufmann estuvo soberbio, con un legato amplio e intenso, de resonante agudo, musical, expresivo y sobre todo conmovedor en el final, en una escena perfectamente conjuntada con Westbroek que estuvo muy bien, sin estridencias musicales y absolutamente creíble.

Se puede mejorar? los ha habido más grandes? pues sí, pero una gran noche de ópera de una obra muy difícil de sacar adelante en nuestros días y que contiene momentos puntales del repertorio por emoción y belleza.

A ver cuando se pasan por el Real, leñe...

La retransmisión muy bien presentada con entrevistas antes y durante el descanso, pero con ciertos problemas de sonido : quizás demasiados micros cerca del foso orquestal , pareciendo que escuchabas la función desde la fila primera de platea , escuchándose más cercana la orquesta que las voces ( sobre todo en los dos primeros actos )

La producción de MacVicar, clásica de aquella época, fiel al libretto y bastante detallista sobre todo en los 3 primeros actos.
Pappano y la buena orquesta de la ROH, más que convincente sobre todo a partir del segundo acto, combinando poderío musical con lirismo en las partes más intimas que no son demasiadas

Hoy debo decir que Herr Jonas Kaufmann ( salvo un par de momentos puntuales con un pianissimo y una media voz emitida claramente entubada ), si me ha convencido y en verismo se muestra mucho más solvente que cantando Verdi
La voz es rica en armónicos cuando la proyecta e impresiona su poderío y lo bien que utiliza la zona de paso, con unos agudos seguros, sostenidos y que parecen flechas afinadísimas. Espléndido sobre todo, su...credi al destino.., su...si fui soldado... Y excelente su duo final con Westbroeck ( lo mejor de ella )

Zeljko Lucíc pese a esa voz bastante entre velada y mate, es para mi gusto el mejor barítono actual en repertorio verista, siempre con un fraseo incisivo y con muchos acentos, sabiendo lo que interpretaba combinando el canto más fluido con el canto declamado, sobresaliente su...nemico de la patria..
( solo una pifia al inicio estando en frio, en el recitativo previo al...sonó sesenta anni..., donde rascó y semigalleó una nota )

Eva María Westbroeck, como Maddalena a mi solo me convenció en los dos duos con el tenor, donde sí proyectó plenamente su voz timbrada de lírica amplia; no tanto en cambio, en ...la mamma morta... Que cantó con precaución ( con cierto freno de mano puesto, sin arriesgar nada en los agudos ), bonito eso sí pero algo lineal. Me ha parecido algo fuera del pleno estilo verista

La Bersi, de la veterana Denyce Graves, deficiente con bastante chillido y escasa afinación.
Un cierto lujo, la veterana Rosalind Plowright como Condesa y una gran alegrìa con notable voz todavía y buenos acentos, la Vecchia Madelon ofrecida por la más que veterana Elena Zilio

Cine en Barcelona y sala, totalmente llena.

Que grande es CHENIER y que magnífica obra realizó U. Giordano! ( la pena es que como hoy en dia no la cante Kaufmann, no hay practicamente tenores solventes y hasta vibrantes que convenzan en este más que difícil rol tenoril )

A ver si Kunde se anima y lo incorpora a su repertorio.

Efectivamente, parece que los tres estuvimos en la misma función.

Completamente de acuerdo con Tucker y Le Gou en la valoración de Kaufmann. Sobre la Westbroek también la vi superior en el final que en La mamma morta. Lo que no tengo claro es que esta aria me pida un desmelene como el que esperaba Tucker. La soprano holandesa no tiene su fuerte en los agudos y, a mi juicio, hizo bien en echar toda la carne en el último acto. Sobre Lucic soy un pelín más crítico que ustedes. Notable por su implicación en el papel y por la variedad de su fraseo, pero el instrumento carece de flexibilidad para estar a la altura de sus intenciones. Hay algún detalle técnico no del todo resuelto que la propia crónica de Le Gou sugiere.

Y en cuanto a esto:


Ahí se deja llevar por la subjetividad. La reacción del público no deja lugar a dudas: los triunfadores de la noche fueron Kaufmann, Westbroek y Pappano.

Desmelene no,w pero una mezcla de apasionamiento y sentimiento sí. Y a mi la Westbroek en esta gran aria verista, me pareció entre reservona y lineal. A mi no me emocionó
Y de acuerdo con Supermaño que los agudos ( los marca pero no los proyecta y sostiene ), no son lo fuerte de la holandesa .

Acudí a la función en la que se realizó la grabación y si es verdad que se aplaudió generosamente a Westbrook y a Kaufmann, pero estoy con Le Governeur, eljko Lucíc dejo un tercer acto espléndido y el Nemico della patria fue su cota más alta, la mejor reacción del público para mi no es la ovación final, sino la atmosfera que se fue creando a lo largo de su aria, ya saben de lo que hablo...ahí llego este hombre que no tiene un timbre memorable, es verdad, pero fraseó con un dramatismo exculpatorio del pecado original.

Creo que en general la función rodo mejor a partir del descanso, sobre todo la orquesta.

Un saludo

Hoy he visto el Castillo de Barba Azul, en programa doble con Iolanta. Iolanta no la he visto porque estaba viendo el partidazo de Bale, pero la producción de la ópera de Bartók de Mariuzs Trelinski ha sido un prodigio técnico, estético y dramático, con perfectas interpretaciones escénicas de los protagonistas.

Para los que disfrutan con las buenas producciones, no deben perdérsela. Supongo que saldrá en vídeo.