No son una ópera, pero su magnitud, complejidad y belleza le dan, en mi opinión una consideración muy especial como obra vocal. Y además, aunque no parezca tan importante, sí hay una mínima sinopsis que relaciona las bellas canciones que nos ofrecen en su conjunto una historia. Si no son una ópera, poco les falta.

No hace falta que diga que Schönberg fue un genio universal. El hombre que revolucionó la música del siglo XX tuvo una breve pero bellísima época tonal que suele ser poco recordada (aunque sí disfrutada) frente a su gran producción atonal, salvo con excepciones como ésta o la Noche Transfigurada o su sinfónica versión de Pelléas et Mélisande. Tampoco voy a profundizar en las virtudes de esta obra: la saga danesa en que se inspiró, las interrupciones que tuvo o de cómo superó a muchos de sus colegas en cuanto concibió una obra para un descomunal conjunto musical de más de 300 intérpretes y sentando estos precedentes para músicos como Messiaen y su San Francisco.

Por la enorme dificultad de esta obra no es muy frecuente su programación, pero este año se ha visto varias veces en Europa: en París en enero, en Ámsterdam se ha escenificado por primera vez este septiembre, y ahora Madrid. La última vez que se escuchó en nuestra capital fue grabada en disco. Esta temporada de la Orquesta y Coros Nacionales de España parece ser una de las mejores en los últimos años. Y se ha dado la feliz circunstancia de que esta obra se ha incluído en su vibrante programación.

Y no ha podido empezar mejor, con Eliahu Inbal al frente. Su versión ha sido poderosa, ágil, vibrante. Con su sobrada habilidad, ha sacado de la orquesta una exquisita sonoridad. El preludio fue estupendo, así como toda la primera parte; que le salió opulenta. En la escena del pájaro del bosque logró por momentos una dirección que parecía más intimista, factor que fue apareciendo en la tercera parte. Dado que es una obra prestada a momentos majestuosos por parte de la masiva orquesta, hay que decir que esos momentos fueron inolvidables. Me pareció que en la expresionista tercera parte intentó por momentos bajar el volumen de la orquesta ( desde la canción de la paloma parecía ir en esta dirección), especialmente en las intervenciones del bajo y en el sprechsgesang final; tal vez para ayudar a los solistas. Pero en cualquier caso ha sido una noche inolvidable , tener en Madrid a Inbal todo un acontecimiento musical. Y a este respecto quiero decir lo que me ha gustado esta orquesta y el espectacular sonido. Nunca antes la había escuchado en vivo ¡Ojalá fuera así siempre la orquesta del Real! (Una vez mas lo digo, Mortier nos la ha dejado de porcelana, que por favor no la estropeen) Qué gran primer violín. Qué gran sección de viento. Una maravilla.

El Coro de Radio Televisión Española cumplió bien su cometido en todas sus intervenciones.

Sobre los solistas, el tenor ha sido José Ferrero; como el rey Valdemar. Por las críticas de Carmen me temí lo peor, pero su interpretación no me ha parecido muy mala o detestable. Aunque al ser esta obra complicada ha tenido momentos en los que parecía pasar por algún apuro que otro. Su canción de entrada empezó algo pastosa (y parece, que así es su voz) pero en el momento recondujo su canto a un tono grave, muy baritonal; lo que no estuvo mal (y la mayoría de los tenores que he oído en esta obra presentan este tipo de timbre). En Du wunderliche tove! empezó con una nota rayana al pianissimo; la da, que no es poco. A partir de la tercera parte empezó a dar signos de agotamiento, y la orquesta pareció engullirle en varios momentos.

Christine Brewer interpretó muy bien a Tove, la amada de Valdemar. Una interesante voz de soprano dramática: cantó muy bien su deliciosa canción de entrada :O, wenn des mondes strahlen. Y continuó en esa línea ya que en Nun sag ich dir zum ersten mal sacó a relucir algunas notas graves preciosas y en su canción final Du sendest mir einen augenblick llegó al mejor momento de su interpretación. La terminó con un impresionante agudo.

Catherine Wyn- Rogers es una conocida mezzo-soprano en el ámbito sinfónico y también operístico (en el Real cantó Cornelia en Giulio Cesare), cantó muy bien también su difícil Lied der Waldtaube, una de las más conocidas páginas de la obra de Schönberg.

Andreas Conrad estuvo sensacional como Klaus-Narr. Este tenor de carácter es un gran artista: ya fue un gran Aron en el Moses del Real y bordó esta divertida parte comprimaria.

Nunca antes había visto en vivo al prestigioso Albert Dohmen, el Wotan de Bayreuth en la década pasada. Sus intervenciones han sido muy breves, y también muy diferentes. Como el campesino cantó bien: su voz me parece por momentos muy bella, lástima que ser la más breve. Sin embargo, su interpretación del sprechsgesang final ha sido aún mejor. La Caza salvaje del viento estival fue uno de los primeros usos de esta técnica. Habitualmente está encargada a un barítono (y habitualmente veterano), a veces a un tenor, y otras veces a actores. Raras son las incursiones de mujeres, aunque suelen ser maravillosas: para mí no hay mejor intérprete de este fragmento (con permiso de Hans Hotter) que la actriz Barbara Sukowa, siempre electrizante. Volviendo a Dohmen, su interpretación ha sido de una particular belleza porque la ha entonado de tal manera que realmente estaba siendo más cantada que recitada, algo que sólo antes había escuchado hacer a Hotter. Uno de los mejores momentos de la velada.

Y así, la primera de tres conciertos de esta obra monumental. El Auditorio estaba prácticamente lleno y la interpretación fue muy apludida y ovacionada. No se lo pierdan si pueden, porque ver en vivo esta obra es toda una experiencia. Más con una orquesta dirigida por un director musical de gran calibre como Eliahu Inbal.

¡Gracias por la detallada crónica, angelparsifal!

He sacado entrada para esta noche...tengo mucha ilusión por ver esta monumental obra en directo...

Saludos,

De nada, amigo ritter Seguro que la disfrutará mucho. Ojalá nos deje su crónica.

Me han puesto ustedes los dientes tan largos que me acabo de poner la versión de Ozawa y su Sinfónica de Boston, con Jessye Norman, Tatiana Troyanos y James McCracken (Phillips).

Me sumo a las felicitaciones de Ritter por la detallada crónica de angelparsifal . Ya ayer me comentaron desde el Auditorio que la representación había sido un éxito. Eso, y el haber estado presente en todas las representaciones anteriores de esta obra en Madrid (dos con la ONE, una en 2000 con George Pehlivanian, y otra en 2004 con Pons, y por último otra memorable con EP Salonen y la Philharmonia Orch en 2009) me hacen más doloroso el no poder estar este fin de semana en Madrid. En fin, espero poder oírla mañana por Rne.

Con respecto al comentario de angelparsifal sobre si esta obra es o no opera, cuestión que por cierto ha sido bastante debatida todo el siglo pasado entre musicólogos y aficionados, unos a favor y otros en contra, no tengo nada claro donde posicionarme.

Desde que escuché esta obra en disco por primera vez, a raíz de su (en aquel momento) estreno en Madrid en un Festival de Otoño de 1990 o 1991 (no recuerdo bien), que finalmente se canceló, yo siempre estuve del lado de los de que independientemente de si se consideraba ópera o no, era una obra que pedía ser representada. Cuando en febrero pasado se anunció que la obra se representaría en la Opera de Amsterdam en septiembre, vi que por fin se iba a cumplir un sueño. Y el sueño se hizo realidad. Sin embargo, tras verla representada, todavía lo tengo menos claro. La sucesión de lieder no implica una trama dramática, y aunque el espectáculo visual creado por Pierre Audi fue muy interesante (creo que se grabó para ser editado en DVD próximamente por lo que todo el mundo podrá comprobarlo), hay algo en lo que evidentemente se pierde. El apabullante y lujurioso componente orquestal, tan importante en esta obra, pierde cuando sale del foso. Acostumbrado a oír la obra en una sala de conciertos, en el foso queda más “apagado”, y lo que ganas desde el punto de vista visual y canoro, lo pierdes desde el orquestal. En cualquier caso, tremenda obra que para valorarla de verdad, hay que ver en vivo.

¿El Coro de Radiotelevisión asumia las partes de los tres coros exigidos en la partitura?

Creo que no. Parece que el Coro Nacional había desconvocado la huelga

Muchas gracias por sus referencias. Intentaremos estar esta tarde allí para sumergirnos en el lujurioso mundo sonoro, mítico y medieval del Schönberg predodecafónico...

Exacto. Yo también estuve ayer y disfruté mucho. Grandiosa, excitante, fascinante obra sea lo que sea. Magistral Inbal, aunq a la orquesta aún le queda camino por recorrer en cuanto a refinamiento tímbrico. Actuaron el coro Nacional reforzado por el de RTVE. Ferrero luchó como pudo con su inclemente papel y aunq no e le oye la mayor parte de su interpretación, llegó a la dignidad, al contrario q como Don Josè. Bienla Brewer, apreciable material y algunos sonidos de calidad. Oficio, inteligencia y musicalidad no le faltaron a Wyn Rogers. Estupendas las dos intervenciones de Dohmen, todavía recio, sonoro en centro y grave. Magistral en el sprechgesang.

Disculpen los errores, pero escribo desde mòvil camino de Barcelona.

Tunner, perdona, sabes que habitualmente coincido contigo, pero no te reconozco en este comentario. Te ruego que te expliques un poco mejor, porque no entiendo cómo se puede decir que "llegó a la dignidad" un cantante al que "no se le oye la mayor parte de su interpretación". Es algo que me chirría mucho, viniendo de tí. Disculpa si te he molestado.

Ninguna molestia amigo Joseluis.

Lo q quería decir es, q en esta ocasiòn, ví un tenor luchando con una escritura tremenda y enfrentàndose a una orquestación mastodòntica, mientras en Carmen hubo gallos, falsetazos, nada parecido a canto legato, ni conepto de fraseo, ademàs de un fardo en escena. Por ello, decía q ayer percibí una sensación de dignidad, aunque al hombre no se le oía en gran parte de la obra.

Un saludo muy cordial.

Agradabilísima velada la que este nibelungo y su media naranja pasaron la tarde-noche de ayer en el Auditorio Nacional, asistiendo a la segunda función de los Gurrelieder schoenbergnianos, bajo la dirección de Eliahu Inbal. Estupenda lectura la del director israelí y sensacional prestación la de la Orquesta y Coro Nacionales de España, reforzados para la ocasión por el Coro de RTVE para sacar adelante una de las partituras más suntuosas, complejas y opulentas que un oyente puede encontrarse desde el punto de vista orquestal. Sobresaliente interpretación, ya digo, desde el punto de vista instrumental, con un Inbal inspirado y atento a cada detalle de la riquísima y compleja partitura. No debe extrañarnos, dado que el maestro israelí es un consumado especialista en este repertorio tardorromántico y ha dejado grabada, incluso, una versión de la obra, caracterizada (como en la función de anoche) por el perfecto ensamblaje entre el impulso, la energía y el calor propios del pleno Romanticismo y la preocupación por marcar con claridad la estructura de la composición, diferenciando no sólo entre los tres grandes bloques o partes que la componen, sino introduciendo matices dentro de cada una de ellas y ofreciendo un universo sonoro distinto para cada ocasión, en función del desarrollo dramático: aguerrida, épica, violenta e imperiosa en todas las escenas de Waldemar-Tove, pero conmovedora y recogida en la larga intervención de la Paloma del Bosque; angustioso y terrible en la plegaria-reproche de la segunda parte; divertido, liviano, desenfadado en la extensa intervención del bufón Klaus; esperanzado, alegre y luminoso en la escena de la cacería salvaje y el coro final, etc.

En cuanto a los solistas, destacar la buena prestación de todos ellos, a excepción del tenor José Ferrero, que se las vio y se las deseó para sacar adelante su dificilísimo y exigente papel de Rey Waldemar. El tenor posee un instrumento oscuro y de cierto peso --que parece ser lo requerido para interpretar con garantía la parte del monarca, que ha de sonar heroico y aguerrido--, pero su emisión es tan defectuosa y limitada que la voz apenas brilla ni se proyecta adecuadamente. Sonidos entubados y traseros, opacos y sin apenas squillo que impidieron, en todo momento, la correcta intelección del texto cantado. Vamos, que un servidor no fue capaz de entender absolutamente nada de lo que interpretó el tenor albaceteño, y eso que iba siguiendo con mucha atención el texto de la obra. Ello, además, es tanto más significativo cuanto que, contra todo pronóstico, resultaba más fácil seguir lo que decían las dos voces femeninas que lo cantado por el tenor. Una lástima, la verdad, pues el papel de Waldemar es el principal de esta soberbia obra. Por otra parte, y debido fundamentalmente a este problema, el cantante no pudo sobreponerse ni una sola vez a la inmensa masa orquestal que Schönberg echó encima a su parte, siendo tapado durante prácticamente toda la función y quedando, en algún momento, anulado del todo (como si no estuviera sobre el escenario).

Muy interesante la Tove de la soprano norteamericana Christine Brewer. Voz dramática, con pegada, carnosidad y buena proyección, que fue capaz de sobreponerse a la orquesta y sacar adelante su complejo papel (que tiene alguna nota inmisericorde). Aún mejor, en mi opinión, la Paloma del bosque de la mezzo británica Catherine Wyn-Rogers, inspiradísima en la expresión y muy acertada tanto en los acentos como en el fraseo durante su larga intervención en "Tauben von Gurre!". Magnífico también el bufón Klaus del tenor alemán Andreas Conrad, dueño de un material (en apariencia) más liviano que el de Ferrero, pero con mucho más brillo y proyección. Cantó estupendamente su particella, mostrándose juguetón, divertido y del todo intencionado, como corresponde al momento. Es cierto que su larga intervención de la tercera parte ("Ein seltsamer Vogel ist so'n Aal") no se ve lastrada por una densidad orquestal semejante a la que acompaña aquellos otros pasajes en que Waldemar o Tove cantan, pero no creo que sólo a ello se debiera el mérito del tenor alemán, que fue capaz de sobreponerse sin dificultad a la masa de la orquesta. Y dejo para el final al gran bajo-barítono alemán Albert Dohmen, el Wotan más asiduo en Bayreuth durante la década 2000-2010, que dejó testimonio de su poderío y dominio y construyó un magnífico Campesino y un excelente Narrador. No es un cantante por el que yo sienta especial predilección, pero he de reconocer que estuvo sencillamente soberbio en sus dos intervenciones, muy especialmente en la larga perorata de la "Cacería salvaje", demostrando que el sprechgesang puede convertirse en pura poesía cantada cuando se expresa con el sentimiento, la intención dramática y el idiomatismo con que él lo hizo. Sencillamente extraordinario.

No anduvo a la zaga de los solistas el reforzado e impresionante coro, que tiene inmejorables ocasiones de lucimiento y ofreció muy buenas intervenciones. Especialmente las voces masculinas en los dos diálogos de los vasallos de Waldemar con el monarca, y sobre todo en el segundo de ellos ("Der Hahn erhebt den Kopf zur Kraht"), cuyo comienzo resultó sobrecogedor. En la primera de sus intervenciones ("Gegrüsst, o König, an Gurre-Seestrand!") quedó claro cómo el sinfonismo fue llevado hasta casi lo paroxístico por Schönberg, pues el exceso de la columna sonora llega ahí hasta un punto en que resulta complicado diferenciar entre la orquesta propiamente dicha y las voces, que acaban convirtiéndose casi en un mero instrumento más al resultar prácticamente imposible saber lo que están diciendo.

Dadas las peculiares y un tanto mestizas características de la obra --en la que lo sinfónico y lo dramático están a un mismo nivel-- más de una vez se ha hablado de cuál pueda ser el verdadero carácter de estos Gurrelieder: ¿oratorio? ¿simple ciclo de canciones? ¿ópera? De hecho, el artículo introductorio de Santiago Martín Bermúdez al programa de mano del concierto --así como algunos comentarios precedentes de los foreros-- plantean esta cuestión. Pues bien, yo no podría decir con seguridad qué es esta obra, pero sí tengo (más o menos) claro lo que no es: pese a que se haya escenificado alguna vez, creo que no es una ópera, pues el hecho de que en ningún momento los personajes interactúen entre sí constituye un importante hándicap en este sentido. De modo que, pese a la continuidad dramática y la unidad de acción que puede observarse, considero que estamos ante un ambicioso y original ciclo de lieder (tal como anuncia el propio título de la obra).

La Sala Sinfónica del Auditorio, con su aforo a medio gas (aproximadamente dos tercios del mismo, con huecos en todas las zonas), se entregó de lleno a los intérpretes, que fueron muy aplaudidos al final del espectáculo (especialmente Inbal, por razones obvias).

Un apacible y relajado paseo hasta llegar a casa, andando por calles prácticamente vacías --merced a la fiebre futbolística del personal--, sirvieron para poner el broche de oro a una estupenda y satisfactoria velada. ¡Gracias Herr Schönberg...!

Y que se está ofreciendo ahora por Rne2. Suscribo lo leído arriba en lo que se refiere a las Partes I y II.
http://www.rtve.es/alacarta/live_radio_ ... p=&lang=es

Coincido con lo expuesto por los Sres. angelparsifal y Alberich. Muy disfrutables los Gurrelieder anoche, y como decía la programación, ver esta monumental obre en directo es un privilegio, y más aun en las manos de un director de la talla de Inbal, que sacó de la obra todas las maravillas que esta ofrece.

Yo quizás sea menos duro con Ferrero, que sacó adelante su difícil papel con dignidad, sólo siendo ahogado en los tutti en ffff de la orquesta (que son muchos, claro). A pesar de que ya se nota su edad, conmovedora la Canción de la Paloma del Bosque de la Wyn-Rogers, y Dohmen estuvo excelente (sobre todo, como dice Alberich, en el Sprechgesang del narrador--su "Erwacht, erwacht, ihr Blumen zur Wonne!", que da entrada al coro final, estuvo soberbio).

Mis acompañantes y yo pudimos saludar a Inbal en camerinos al final, un hombre muy amable al que le pude comentar que lo había visto en La Fenice en el año 81 dirigiendo Maria di Rudenz de Donizetti ¡cómo pasa el tiempo!

Ahora un comentario extra-musical: quizás me esté volviendo un misántropo, pero me sorprende que en conciertos como éste, la botellita de agua para los solistas vocales ya se ha convertido en parte inevitable del atrezzo.. Pronto veremos a Violetta refrescarse la garganta entre el Ah fors'e lui y Sempre libera ..Y anoche, la gestualidad de dos de los solistas me pareció inaceptable en un escenario como el AN: Ferrero, cada vez que se levantaba a cantar, hacía el mismo feo gesto (o tic) de Rafa Nadal cuando va a sacar, y Dohmen estaba sentado con las piernas cruzadas "en cuatro", como si estuviera en un ensayo...O tempora o mores! (o lo dicho, me estoy convirtiendo en un cascarrabias)...

No se crea que no lo he llegado a pensar, al escribir la crónica, en los reconocidos problemas de mala acústica para las voces que hay en la Sala Sinfónia del Auditorio Nacional. Yo estaba sentado muy arriba (2º anfiteatro) y pensé que no escuchaba bien al tenor por la distancia. Pero llegué a la conclusión de que no era por ese motivo, pues en tal caso tampoco habría oído bien al resto de los cantantes (lo que no fue así).


Lo de Dohmen sí que me llamó la atención, hasta el punto de pensar: "Mira, qué cómodo está el hombre...". Creo que vivimos en una época, me temo, donde la gente no sabe diferenciar entre la esfera privada y la pública, comportándose fuera de su casa como si estuvieran en ella. Se ve a todos los niveles y en todos los lugares, y quienes utilizamos a menudo el transporte público, por ejemplo, lo padecemos especialmente (con usuarios que van pisando los asientos, que se tumban en ellos como si estuvieran en el sillón de su casa, etc.). Van de coleguitas por la vida, de buen rollito, como si todo valiera y diera todo igual...