La forza del destino, ópera singular donde las haya. Estrenada en San Petersburgo y reestrenada en La Scala, su presentación en el Real motivó el único viaje de Verdi a España. A pesar de ser un dramón (tanto que Verdi estimó conveniente "suavizar" el final), contiene un personaje (Fra Melitone) que se aproxima a lo "buffo" y otro (Preziosilla) cuyas intervenciones, sobre todo el "Rataplán", tan denostado por los sabios, tienen un cierto aire zarzuelero. Los italianos dicen que tiene "jettatura" (lo que los andaluces llamarían "mal fario"), y en efecto, está ligada al trágico episodio de la muerte de Leonard Warren. Se representa poco porque necesita cinco cantantes (seis, si contamos a Melitone) capaces de enfrentarse a los múltiples escollos que presenta, Sin embargo, si se consigue un reparto adecuado, la obra es de seguro efecto. Así ocurrió anoche en Les Arts, cuyo público, habitualmente comedido durante la función (suele reservarse para los saludos finales, como mandan los rígidos cánones de ahora), aplaudió e incluso braveó con entusiasmo en muchos momentos Vaya por delante que se hizo casi completa. El "casi" viene por los cortes del coro "Compagni, sostiamo" que abre el segundo cuadro del tercer acto, y de "Saranno i disinganni" entre Guardiano y Melitone. Afortunadamente, sí pudimos disfrutar del dúo "Ne gustare m'é dato" con su espectacular colofón "Al chiostro, al eremo" a cargo del tenor. Hubiera sido el colmo de la felicidad que se incluyera el aria "Qual sangue sparsi" de la versión de San Petersburgo, pero ello supondría una crueldad para el intérprete, que bastante tiene con todo lo demás.
In-Sung-Sim (Marqués), Cristina Alunno (Curra), Ventseslav Anastassov (Alcalde). Mario Cerdá (Trabuco) y Aldo Heo (Cirujano) cumplieron en sus breves (alguno, no tan breve) cometidos.
Roberto de Candia (Melitone). Con un físico muy adecuado al papel, cantó y actuó con solvencia. No hizo payasadas.
Stephen Millig (Guardiano). Recuerdo que mi primer contacto con él fue un Filippo II en Copenhague (1999). Entonces no teníamos ópera en Valencia. Quién me iba a decir que se convertiría en un asiduo de Les Arts. Y esto es así porque es un valor seguro. Sus actuaciones tienen el sello de la mejor discreción y eficacia.
Ekaterina Semenchuk (Preziosilla). Estuvo desenvuelta (que es lo que pide el papel) y cantó con convicción en sus dos grandes momentos.
Simone Piazzola (Carlo). Con una voz a la que falta algo de "poderío baritonal", sacó adelante su personaje. Echó el resto en "Urna fatale", "Egli é salvo", en donde estuvo incluso brillante.
Gregory Kunde (Alvaro). Lo de este hombre es increíble. El año pasado nos hizo un espléndido Otello. Me atrevo a decir que anoche se superó. La voz, de lírico ligero en origen, ha adquirido volumen, densidad y sobre todo, "color" de auténtico "spinto". No es "un tenor que canta papeles que le sobrepasan, pero los saca adelante a fuerza de inteligencia y recursos". Su Alvaro fue rotundo, potente, y sobre todo, muy bien cantado, desde la primera nota hasta la última. A diferencia de Amolaopera, no observé reserva alguna en el primer acto. Quizá, al ser la segunda función, se encontró más seguro. La suya fue la actuación de un gran tenor.
Liudmila Monastirska (Leonora). Fue la sensación de la noche, gracias a una voz grande, oscura, con un vibrato eslavo no desagradable (características que me recordaron a Ghena Dimitrova). En el concertante del segundo acto hubo un momento en que literalmente "se comió" a todos los intérpretes restantes, incluidos el coro y la orquesta. Leonora es un personaje que aparece relativamente poco, pero cada vez que lo hace, es para cantar un aria: tiene tres, a cual más importante, aunque la más conocida sea "Pace, pace, mio Dio", caballo de batalla de tantas grandísimas (¡Renata!). En las tres lució las mencionadas características, así como un matizado fraseo (mejorable la inteligibilidad de la dicción italiana, pequeñísimo lunar que con toda seguridad corregirá) con abundantes variaciones en intensidad (no es de las que lo cantan todo en "forte") incluyendo pianos y pianísimos. Junto con la Agresta, y con unas armas muy diferentes, es la soprano más interesante de la actualidad (al menos, de las que yo he escuchado en directo).
El coro y la orquesta, en su linea de siempre (es decir, excelsos). Y Mehta...es Mehta. Con esto está dicho todo. Estas funciones de la "Forza" se han convertido en un homenaje de un público que le adora, y que ve en él uno de los artífices (no olvidemos la inestimable labor de Maazel, y de Perales al frente del coro) del nivel que se ha alcanzado en Valencia. No quisiera que estas impresiones (no me atrevo a llamarlas "crónica") cayeran en el elogio ditirámbico. Son, sobre todo, sensaciones de un aficionado puro que disfruta con la Ópera cuando se hace con el rigor y el entusiasmo necesarios.
La producción: Traslación temporal, gabardinas, maletas, cantantes subidos a una mesa y un coche. En fin, todos los ingredientes de las nefastas producciones actuales ¡Y sin embargo, es verdad que no molesta! Increíble, pero cierto. Y lo es gracias a la suprema cualidad de la sencillez. Con un decorado único y abstracto, se basa sobre todo en proyecciones y un hábil manejo de la luz. No tengo ningún reparo en decir que no me desagradó.
Calificación: Matrícula de honor (Kunde, Monastirska y Mehta). Notable el resto. Media: Sobresaliente.
Última edición por joseluis el 06 Jun 2014 14:37, editado 1 vez en total
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