Y Puccini viajó 100 km para escuchar la première italiana del Pierrot Lunaire, que apreció (a pesar de que creo que la recepción general fue de risitas). Después de la performance saludó al autor, Schoenberg, que la había dirigido y que recordó siempre que se sintió muy emocionado ante el 'gran hombre'. Y Webern escribió a Schoenberg sobre 'La fanciulla del West': una partitura con un sonido original en todo su desarrollo, espléndida, cada compás una sorpresa, sin la menor traza de kitsch.
La música no se divide en tonal y atonal, en wagneriana o verdiana, ... Se divide en buena y mala. Naturalmente, un poco de juego tampoco hace ningún daño.
Que conste que mis pegas a Lohengrin no apuntaban a que la considere una obra fallida, por supuesto. En mi escala, hacen que la pase de obra maestra a extraordinaria (por encima de buenísima). Simplemente, como se ha dicho, no la veo tan redonda como las siguientes.
Yo también noté, Herr Wanderer, ese efecto y, sí, es un puntito adicional excelente para un fragmento que por sí solo ya justificaría la obra. Lo relato un poco más para los que no estuvieran. Como siempre, se apagaron las luces, pero se apagaron también las de los atriles. El director salió muy discretamente, como una comadreja, no fue visto, no se le aplaudió. No había pues ningún aviso de que iba a empezar la música. Y empezó de pronto, se podía decir como Wanderer que no se sabía de dónde venía por haberse quebrado la continuidad visual habitual. Había alguna luz de pilotos o de las pantallas en el paraíso, pero no llegaba abajo. Mirando a la orquesta sólo se veía un puntito rojo diminuto: el director dirigía con un puntero con luz. Creo que los violinistas tocarían totalmente a ciegas. Así debía ser porque no se mantuvo: a los dos o tres minutos, creo, la luz de los atriles volvió, supongo que por miedo a estrellarse. Es un detalle menor si se quiere, pero fino.
_________________ Et O ces voix d'enfants, chantant dans la coupole!
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