MUSICAL DIRECTION - Alberto Zedda
DIRECTOR - Moshe Leiser & Patrice Caurier
SET DESIGN - Christian Fenouillat
COSTUMES - Agostino Cavalca
LIGHTNING - Christophe Forey
OTELLO - Gregory Kunde
DESDEMONA - Carmen Romeu
ELMIRO BARBERIGO - Josef Wagner
RODRIGO - Maxim Mironov
IAGO - Robert McPherson
EMILIA - Raffaella Lupinacci
No solo de grandes teatros vive el hombre. Y cada vez me convenzo más. Si hace un mes hablé maravillas de la Zorrita Astuta del trío Ollu, Carsen y Tsagallova en Lille, ahora vuelvo no menos entusiasmado con el Otello rossiniano de Gante.
Era la tercera vez que me enfrentaba con la pareja Moshe Leiser y Patrice Caurier. Al excelente Pelleas y Melisande que vimos en 2002 en Madrid con el gran Armin Jordan en el foso, le siguió el año pasado una preciosa Jenufa en Lille, producción que había ganado el premio de la crítica de opera francesa cuando se estrenó en Nantes en 2007. Esta vez, la Vlaamse Opera trajo la producción que se había estrenado en Zurich hace un par de años con Osborn y la Bartoli y que es bien conocida por haberse televisado en su día por diversas cadenas europeas y haberse editado en dvd. Funciona perfectamente y sobre todo te permite oír siempre a los cantantes, que no tienen ni que hacer el pino ni colgarse de una liana en plan “Tarzán”. Carga mucho las tintas en el racismo que sufre Otello por ser negro a pesar de haber salvado a la República. No asiste a la cena que se celebra en su honor, y su palacio es un café-billar que podría estar situado más en Argel que en Venecia. Es también curioso que su traje militar parece más el de un sargento que el de un general victorioso. Desdémona no es aquí la sumisa esposa que espera que su marido celoso se la cargue. Es una mujer luchadora primero contra su padre, luego contra su pretendiente Rodrigo, y por ultimo contra el mismo Otello, que solo tiene como apoyo a Emilia. Impacta el momento es que pinta “con sangre” en la pared de su habitación “no hay dolor más grande que el recuerdo de los tiempos felices”, justo antes de su encuentro final con Otello.
Dos eran las apuestas seguras de estas representaciones, y ninguna defraudó. La primera era Alberto Zedda, quien volvió a dar otra clase (una más y ya van…) de cómo se dirige Rossini. El ritmo, la precisión, el acompañamiento a los cantantes, el estar pendiente de todo lo que sucede en el foso y en el escenario. Impresionante a sus 86 años, con mucha más energía y vida que la gran mayoría de sus contemporáneos. No es Otello una obra que yo conozca al detalle, pero el otro día tuvo detalles orquestales excelentes (juegos de maderas, flauta-clarinete-fagot en el primer acto) que no recordaba en absoluto. Sacó petróleo de una orquesta que funciona en general mucho mejor con el repertorio de finales del SXIX y principios del SXX que en el bel-canto. Recibió las mayores ovaciones de la noche y fue entrañable ver cómo cuando Carmen Romeu le fue a buscar para salir a saludar, los 8 cantantes en escena le hicieron la ola antes de juntarse a él para saludar juntos.
La otra apuesta segura era el Otello de Georgy Kunde. No creo que haya nadie hoy en día capaz de llegar a su nivel. Es el moro de principio a fin. Musicalmente intachable, potente, con volumen, con agudo fácil, pujante y expansivo que llena el teatro, aunque por ponerle un pero, el centro es algo mate y brilla menos. Pero no es solo volumen. Es expresividad, son matices continuos en casi cada frase. Teatralmente la función es una cuando él está en escena, y otra cuando no lo está. E impresiona como los demás suben su prestación cuando están en escena junto a él.
El mejor momento de la noche fue el dúo del segundo acto con Iago, del para mi desconocido Robert McPherson. Voz interesante, impostada y con estilo, dándolas todas. Estuvo a punto de romper en su primer sobreagudo. No sé cómo logró colocarlo, pero a partir de ahí se vino hacia arriba con todo, consiguiendo una prestación global más que digna.
La Desdémona inicialmente anunciada era Jessica Pratt. Pero hace ya varios meses que se sabía que la sustituía Carmen Romeu. Es la primera vez que la he visto en vivo. Ni en "Marina" ni en "La del manojo de rosas" de la Zarzuela me tocó en el reparto. Cumplió con creces la valenciana sobre todo teatralmente. Con un centro de cierto peso, muy sugerente y muy matizado, el agudo es algo más justito. Sin embargo, se comió el escenario. Apuntó ya maneras en la escena final del segundo acto cuando se enfrenta a Elmiro, pero en el acto final estuvo sublime tanto en la escena inicial con Emilia, como en el dúo final con Otello.
A bastante peor nivel el Rodrigo de Maxim Mironov, con voz blanquecina y desagradable pero con su cierta técnica que le permite darlas todas (o casi) en un papel dificilisimo, y el Elmiro de Josef Wagner. Sin embargo, sorpresa positiva la Emilia de la única italiana del elenco, Raffaela Lupinacci, cantante a tener en cuenta.
En resumen, cuanto vamos a echar de menos a Zedda cuando falte.
Es el octavo Rossini que le veo, y cada dia está mejor. Si encima el reparto ayuda...miel sobre hojuelas