La verdad es que siempre da gusto un recital de estos de ópera-maría para desengrasar después de tanto siglo XX en el Teatro Real de Madrid con dos amigas pasándoselo bien.

Dos sopranos, una buena y otra muy buena, con un repertorio de lo más popular (pero ojo, nada fácil) para deleite del público que NO abarrotaba el teatro.

También te digo la verdad, no vamos a volver a hablar de los precios del Real pero jodó. Yo compré una butaca lateral sin visibilidad y haciéndome huequecito terminé centrándome y viendo todo perfectamente y bastante cerca.

Pretty Yende se arriesgó con un repertorio un tanto cuestionable. En ambas partes empezó con una pieza seria y luego ya se dedicó al divertimento. Precisamente sus partes más... llamémoslas profundas (la cavatina de Sonnanbula y Sierras de Granada), son en las que más brilló y lució su carnoso timbre. En las pirotécnicas digamos que camufló las dificultades en una interpretación dicharachera con alguna nota no en su lugar. Aún así, notable Olympia. La Tarántula, o eres Teresa Berganza o, tal como la hizo ella, con sus chistecillos, era más bien un bis. Pero arranca los aplausos del público, que es el objetivo. Muy divertida también en el Art is calling for me (imposible no recordar a Kiri aquí, pero no se trata de hacer comparaciones).

Nadine Sierra asombra por su belleza de timbre, fiato, agudos y expresividad. Traviata, Juliette, la Primorosa... de muchos quilates.

Más relajada estuvo en sus duetos con Pretty Yende y en una interpretación cuasi ritahayworthiana del Bésame Mucho, en la que olvidándose de que es una soprano, se puso en plan diva años 40, derrochó glamour y soltó un final en piano directamente precioso.

Los dúos fueron Norma, Lakmé y I feel pretty de West Side Story. Voces muy empastadas y mucha complicidad entre ambas. Lo que he dicho, dos amigas pasándoselo bien.

Como único bis tras un pequeño speech, un popurrí (medley, medley) de canciones de películas: As time goes by, Moonriver, Edelweiss, The way we were y Over the rainbow. Con micrófono. Muy agradable y poniendo la guinda dulce al pastel.

¿Un bolo? Sí, pero yo creo que nadie va engañado. Viendo el programa se sabe perfectamente a lo que se va. Y ambas estuvieron a la altura.

La orquesta. Bueno, Pablo Mielgo se lo pasó en grande y hay que decir que estuvo muy, muy pendiente de las dos sopranos, sobre todo en los momentos en los que ellas hacían "sus" variaciones. Luego las piezas orquestales fueron más bien de trámite.

Público alborozado y entregado, con profusión de "brava, brave, bravi" (para demostrar al compañero de butaca quién sabe y quién no), que aplaudió generosamente y no fue muy insistente después del largo bis.

En definitiva, una noche entretenida, disfrutable y, atendiendo a lo que se iba a escuchar, artísticamente muy válida.
Muchas granas de Nadine Sierra en Traviata el año que viene, la verdad.

Incluyendo descanso, dos horas y cuarenta minutos.

Ambas tienen repertorios parecidos aunque opino más o menos lo mismo , más completa técnicamente la Sierra con mayor belleza tímbrica y dotada para preciosismos y variaciones