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 Asunto: La Valquiria - Konzerthaus - Dortmund, 1.5.2024
NotaPublicado: 04 May 2024 22:56 
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Refuerzo de coro
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SIEGMUND…………….Stanislass de Barbeyrac
SIEGLIENDE………….. Elza van den Heever
HUNDING…………… Soloman Howard
WOTAN……………… Brian Mulligan
FRICKA…………….......Karen Cargill
BRÜNHILDE…………...Tamara Wilson

LAS 8 VALQUIRIAS…….Justyna Bluj, Jessica Faselt, Brittany Olivia Logan, Maria Barakova, Iris van Wijnen, Ronnita Miller, Catriona Morison, Anna Kissjudit.


DIRECTOR DE ORQUESTA………………………….Yannick Nézet-Seguin
ORQUESTA FILARMÓNICA DE ROTTERDAM

(Versión de concierto semiescenificada)



Dortmund, ciudad que no conocía, creo que puede aspirar perfectamente al título de ciudad más fea de Alemania. La Konzerthaus, al menos por fuera, es también uno de los auditorios más feos que he visto en mi vida, dejado caer sin ningún criterio en medio de una calle comercial donde el edificio pasa por una tienda más de chorradas varias que se pueden encontrar en cualquier ciudad de cualquier país europeo suficientemente globalizado (es decir,todos).

Aún así, el reparto de esta Valquiria es una rareza hoy día que no sé ni si el MET sería capaz de conseguir. Tiene su truco, y es que Nézet-Seguin se encuentra realizando una gira con este concierto por varias ciudades con la orquesta de la que es titular, la Rotterdamse , y, siendo además el director titular del MET, quizás no le haya sido tan difícil reunirlo.

Mucho más bonito por dentro, la acústica es muy buena para las voces y no tanto para la orquesta, que a pesar de estar encima del escenario, a veces queda un poco absorbida por la zona donde está el coro. Puede tener la explicación de que al no haber ni coro ni público sentado en esos asientos posteriores, el sonido no rebotase tan bien; en cualquier caso, detalle sin mayor importancia.

Vocalmente estuvieron por encima las chicas que los chicos. El Hunding de Soloman Howard fue lo más flojo del reparto. Su voz es cavernosa y sonora, pero no obstante le falta la rotundidad necesaria para que todas sus veladas amenazas a Siegmund resulten creíbles. El intento de compensarlo apareciendo con unos potentes pectorales al aire debajo de la chaqueta no fue suficiente. Su dudosa pronunciación del alemán tampoco ayudó.

Stanislass de Barbeyrac aborda su papel desde ele lado más lírico del mismo, ya que es lo que su voz requiere y le permite. Muy convincente, la emisión de tenor más educado en repertorios más ligeros, cuidaba los matices sin descuidar las exigencias wagnerianas (se marcó dos “Wälse, Wälse” larguísimos y de gran proyección, mientras que los “Notung” se le quedará algo justos). Se permitió un grupeto belcantista muy bien ejecutado y muy venido a cuento a la mitad de “Winterstürme¨.
La voz es buena, y siendo la primera vez que aborda un papel wagneriano, la convicción con que cantó creo que le puede dejar mucho recorrido por delante.

Para mi una de las grandes sorpresa de la noche vino de mano del barítono americano Brian Mulligan, a quien no conocía ni de referencia. La voz no me parecía en principio la más adecuada, y, aunque en esta parte del Anillo, el endiablado papel de Wotan, que canta más que nadie, está casi siempre una tesitura altísima, el color parecía demasiado claro para un personaje que aquí es aún mucho más dios que hombre. Además debía tener algún problema de alergia o resfriado, ya que no paró de beber y sonarse en toda la función.

Dicho lo cual, me entusiasmó su forma de recitar (la mayor parte de su larguísima intervención es a base de ariosos o recitativo acompañado), La intención y sentido que les da a cada frase consiguieron, creo que por primera vez, que no aprovechase para echarme una pequeña siestecilla en algún momento del racconto, donde Wotan hace cuenta y nos relata de nuevo todos los hechos que han tenido lugar hasta ahora. A mi me dio una gran lección de cómo hacerme mantener el interés en una parte que hasta aquí me había parecido más árida que otra cosa.

Estupendo en el dúo con Fricka, su mejor escena fue, con el antedicho racconto el famoso “Abschied” a Brunilda, no tanto porque no los haya oido mejor cantados, sino por el grado de emoción que supo imprimirle. Ni él ni Wilson pudieron contener las lágrimas cuando, con su beso de despedida en la frente, la despoja de su deidad e instila sobre sus ojos el sueño del que no sabe si despertará alguna vez.

Mientras ella, emocionada, le musitó algo a la cara que todos pudimos ver pero obviamente no oir, haciendo a continuación su salida, él, sobre el escenario, se cubría la cara, las lágrimas cayendo casi al borde del sollozo, hasta que consiguió dominarse en lo que a mi me pareció un dificilísimo ejercicio de profesionalidad, saliendo del estado catártico en que se encontraba, cambiando gesto y actitud, para ordenar a Loge con una perfecta voz de mando que rodease con su fuego a la Valquiria excomulgada. Gran momento todo ello.

La segunda sorpresa fue la mezzo/contralto escocesa Karen Cargill. Su intervención marcó terreno desde el primer momento, con un timbre potentísimo, graves magníficamente apoyados y una presencia escénica de escuela actoral inglesa tan imponente como su voz. Con gestos desabridos y precisos, y expresiones estudiadas al detalle y fingidas con enorme naturalidad, su gran volumen y proyección hicieron el resto. Ni Wotan ni nadie hubiera sido capaz de negarle todas las exigencias con las que condena al infeliz Siegmund a su infausto final.

Tamara Wilson debe de ser una de las cantantes más versátiles que existen. La voz es dúctil, flexible, penetrante, de bello timbre capaz de plegarse a casi cualquier cosa. Sus “Hojotojoh”, afinados a la perfección y donde los “dos” se escuchaban plenos de sonido, y no encogidos y raquíticos como tantas veces. Después del saludo a Wotan, produjo un perfecto trino belliniano —viene de cantar Beatrice di Tenda en París, vaya contraste—, se lanza al sobreagudo, al grave, y finaliza con un último “Hojotojoh” a todo volumen en perfecto zambullido a la octava baja. Tras lo cual, con un gracioso mohín, un golpe de cabeza y una sonrisa dirigidos a Mulligan, se da la vuelta y sale del escenario como diciéndole : “a ver qué haces ahora”.

El maravilloso dúo final con Wotan fue un auténtico despliegue de medias voces, intensidad interpretativa, fraseo en estado puro, y gran control de la respiración.


Hay una cosa que me gustó muchísimo de esta Valquiria, y es que, además de los personajes, estuvieron las personas que los encarnaron. Fue una interpretación llena de emocionalidad donde los cantantes se dejaron llevar por sus sentimientos como pocas veces he visto. Sin duda alentados por la fuerte personalidad de Nézet, posiblemente el más emocional de todos los intérpretes junto con van den Heer.

Elza van den Heever, aparte de una sensibilidad a flor de piel, tiene para mi una característica en su voz que hace más impresionante: no fuerza jamás. Absolutamente nada. Todo sale de su garganta con la misma naturalidad con la que muestra sus tatuajes, se le caen las lágrimas del rostro en su dúo con Siegmund o se queda mirando al vacío con una sonrisa indescifrable. La voz es de gran calidad, la emisión muy tersa, y sobre todo, concede una importancia enorme al texto, enunciado con una claridad meridiana en perfecto alemán del que no se escapa una sola sola palabra. A mi me hizo pensar en su compatriota Elly Ameling, que salvando todas las distancias que las separan, cantaba de esa manera tan fácil y fluida el repertorio que tenía. Entre muchos momentos maravillosos yo destacaría un “Siegmund, so nenn ich dich!” de volumen y proyección extraordinarios, y un “O hehrsters Wunder” que llenó la sala de luz.

Rara vez he oido al octeto de Valquirias sonar en vivo con tanta precisión y coordinación; es verdad que la versión de concierto debe de facilitar las cosas en este sentido. Una gozada las voces de todas ellas.

Grandísima ovación se llevó el también muy emocional y risueño Nézet-Seguin, flamante director del MET y de esta su orquesta. Dirigió un primer acto muy amplio de tiempo, más introspectivo que los dos siguientes, llenos de brío y luminosidad.

Mucho más pendiente de la orquesta que de los cantantes, matizó con aquella todos ls colores que ofrece la partitiura, evitando esos como golpes de orquesta que tantos directores aplican a esos leitmotiv liderados por las tubas, y que pueden convertir a veces, sobre todo las escenas de Hunding y el raconto de Wotan en una pesadez. Hizo excepción con el Abschied de Wotan, al que prácticamente acunó desde el podio durante toda su intervención, sin quitarle ojo y con el que cantó prácticamente toda esa parte, naturalmente, sin hacerse oír..

La orquesta, sin llegar a la excelencia casi insuperable de sus compatriotas de Amsterdam, sonó maravillosamente, empastada y con una enorme claridad se escuchaban los distintos planos tímbricos, muy controlados por Nézet, y que producían así una sensación como de profundidad sonora. A destacar las intervenciones del clarinete, el fagot y el corno inglés.


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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com