Il grillo del focolare. Teatro Grattacielo. 14-X-2017Acudimos a la cita anual que proponen los frikis de la abyección del Teatro Grattacielo, bien conocidos en este foro gracias al impagable
hilo temático. Se trata en este caso de
Il grillo del focolare de
Zandonai, basada en el cuento navideño de Dickens del mismo título.
El libreto de
Cesare Hanau adapta eficiente y bastante directamente el cuento dickensiano. Para los conocedores de la historia, basta comentar que se suprimen dos personajes secundarios (la criada y la señora Fielding) y que el viejo vagabundo revela su verdadera identidad a Dot en el primer acto, con lo que esta conspirará con él desde el principio. Para más detalles, remito a los interesados a los excelentes aportes del forero
Loge (
viewtopic.php?p=636987#p636987).
El joven Zandonai (esta ópera fue su presentación) logra transmitir con su música la ternura y emoción del cuento y, en general, hace justicia al entrañable matrimonio de Dot y el carretero John. Los dúos entre estos dos personajes son muy bonitos y la ópera se disfruta mucho. Destaca sobre todo el tercer y último acto, que empieza con una larga escena solista de John (que en estos momentos piensa que su mujer lo engaña) y termina con una conseguida escena de conjunto (con incluso una pequeña intervención de un coro). Menos redondo es el segundo acto, que se alarga quizá demasiado.
En la representación del Teatro Grattacielo cabe destacar el gran trabajo del director
Israel Gursky. En una compañía con medios tan modestos, sin duda con poco tiempo de ensayos, todo el peso de la obra recayó sobre él y, en particular, tuvo que estar muy pendiente de dar sus entradas a los cantantes.
La representación empezó un tanto irregularmente.
Megan Monahan, en el papel de Dot, parecía algo nerviosa y tan pendiente del director que le resultaba difícil transmitir la emoción y el sentido de sus intervenciones. El barítono
Weston Hurst (John) mostraba una bella voz en sus solos pero en los largos diálogos en los que ambos alternaban una frase la compenetración era difícil (y algún verso que otro se saltaron). Algún gazapo lingüístico («rega
to» en vez de «rega
lo») nos rompía a veces la ilusión del momento, al dar la sensación de que se cantaba sin entender. Tengamos en cuenta que John y Dot son papeles con mucho texto y un reparto norteamericano necesita seguramente algo de tiempo para interiorizar sus líneas. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del primer acto -ya con el Viejo (
Scott Joiner), Caleb (
John Robert Green) y Tackleton (
Erik Kroncke) en escena- las diferentes partes empezaron a engranar mejor. Esta mejora se reflejó en la bella escena final en la que Dot y John repasan su historia, que resultó bastante conseguida, en particular el remate en el que John pide al grillo que cante mientras su esposa duerme («Grillo consapevole, tu canti? Canta ancora!»).
El segundo acto empezó más seguro.
Teresa Buchholz como Berta aportó al menos la intensidad y emoción que no le vi en agosto como Zofia en
Halka (donde había resultado demasiado anodina). En general los cantantes se vieron más relajados y compenetrados.
Finalmente, el tercer acto que, como dije antes, empieza con un tour de force del personaje de John. Tras una larga escena solista en la que se lamenta del engaño que (cree) está sufriendo a manos de su esposa y llega a agarrar la escopeta, sigue una escena con breves intervenciones de Tackleton en la que John no solo aplaca su furia sino que concluye que era «indegno di lei», la perdona y deja libre. Son de los momentos más conseguidos de la ópera (y del cuento) y Weston Hurt respondió al reto y se lució en ellos. Sin duda conmovió al público, que incluso interrumpió brevemente la representación con aplausos y bravos al final de la primera escena. A partir de ahí, la función prosiguió con energía hasta la escena final.
En conjunto, y con las limitaciones obvias en una representación con los modestos medios del Grattacielo, una función más que disfrutable de una obra que creo firmemente que merecería algo más de difusión. Los papeles de John y Dot parecen jugosos para los cantantes y la música es muy agradable. Más que suficiente para alguna que otra función navideña.
Gracias a
Kandaules por recordarme la existencia de esta compañía.