Comentarios previos a Die Ilias (Arnold Schoenbeg). Estreno mundial previsto el 28.12.2019Tras terminar la composición de Moses und Aron en 1932, Schoenberg abordó su siguiente ópera, Die Ilias, a partir del poema de Homero. La terminó en 1934, a bordo del barco que le llevaba a los Estados Unidos huyendo de la Alemania hitleriana. Su esposa Gertrud ha relatado que Schoenbeg entró en una gran depresión. “Mi música”, le dijo el fundador del dodecafonismo a su consorte “no le interesa nada ni a Broadway ni a Hollywood. Imposible por otra parte colocarla en el Metropolitan, donde siguen añorando a Caruso y a su Vesti la giubba”.
Presa de la melancolía, Schoenbeg metió la partitura original de Die Ilias en una botella de cristal y la arrojó al mar por el ojo de buey de su camarote. La botella, que afortunadamente iba bien taponada, ha estado dando tumbos por el atlántico norte durante 84 años y, el pasado verano de 2018, apareció en una playa de Long Island, donde la recogió un melómano neoyorkino que daba un paseo con su perro llamado Tristán, de lo cual se deduce que era wagneriano.
Recordarán ustedes, damas y caballeros, que los musicólogos y operistas contemporáneos se lanzaron en tromba sobre el hallazgo. Philip Glass declaró que “era una obra aún más atonal que Moses und Aron, que ya es decir”. John Adams declaró que “es incluso más larga que los Maestros Cantores de Wagner, pero dodecafónica de principio a fin, sin un respiro. Más de cinco horas de recitativo, sin un aria que llevarse a la boca y con música atonal. ¡Una barbaridad!”.
El estreno mundial se espera con expectación. La dirección musical se ha encomendado a Pablo Heras-Casado, lógicamente.
El libreto, que es de autor desconocido pero se nota mucho la mano de Bertolt Brecht, ha sido revisado por Alice Goodman (Nixon en China).
La dirección escénica se ha confiado lógicamente a Barrie Kosky, que ha trasladado la Ilíada a nuestros días, configurada como una lucha entre bandas rivales. “Nadie se acuerda ya de la guerra de Troya” ha señalado Kosky, “pero todo el mundo sabe qué es una banda de pandilleros, los Trinitarios, los Dominican Don´t Play, etc”.
Helena es una chica feminista de la antigüedad casada con Menelao, que es el típico marido celoso, posesivo, maltratador y francamente insoportable. Helena, que está harta de Menelao, abandona su casa en Esparta y, en el libre ejercicio de su autonomía personal, se enamora de Paris y se va con él a Troya.
Kosky convierte a Paris en un activista por los derechos humanos, un chico tipo surfista que recorre el Mediterráneo recogiendo en su barco a gente que huye de sus países en conflicto.
Troya es presentada como una ciudad acogedora, pacifista, ecológica, igualitaria, democrática, feminista y sostenible. Sus murallas están pintadas con imágenes de Banksy.
Menelao, que no acepta la decisión de Helena, tiene la típica reacción machista agresiva y pide ayuda a los suyos. Con su hermano Agamenón, otro machista redomado, y la tribu de los aqueos organizan una expedición de castigo: ¡no admiten la autonomía de la mujer!
Para visualizar las diferencias y hacer comprensible la trama al espectador actual, Kosky viste a los troyanos con zapatillas deportivas, tejanos desgastados y con camisetas coloristas llenas de símbolos de peace and love. Los aqueos, en cambio, llevan gabardinas tipo Gestapo, sombreros negros y corbatas también negras. A Aquiles, que es el principal matón de la banda de los aqueos, Kosky le viste de oficial nazi de las SS, para que nadie se lleve a engaño.
En el montaje de Kosky hay también referencias explícitas al cambio climático. París y Helena viajan de Esparta a Troya de forma sostenible, en un catamarán como el que ha usado Greta, incluso sacando los remos cuando no hay viento. Los aqueos, por el contrario, llegan a Troya en sus lanchas con motor fuera borda, altamente contaminantes. ¡Acampan en la playa frente a Troya y lo llenan todo de desperdicios!
El estreno será el próximo día 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes, en un teatro de ópera aún por determinar.
¡No se la pierdan!