Para Fernando de La Favorita, un tenor romántico. Ni un contraltino, ni un bariternore Rossinianos. Summers es un muermo insoportable.
Tres días en Berlín, tres eventos en tres recintos distintos con tres orquestas diferentes y nivelazo. Vamos, lo que es Berlín musicalmente.
-24 Enero. Philarmonie. Sexta Sinfonía de Gustav Mahler. Primer programa dedicado al genio Bohemio por parte de Kirill Petrenko con la Orquesta Filarmónica de Berlín. Exhibición técnica del Maestro ruso de formación centroeuropea, de sentido de la organización y de exactitud. Exhibición de sonido, de esplendor tímbrico y de virtuosismo orquestal con tempi muy equilibrados (demasiado rígidos, con escaso uso del rubato), pero faltó emoción y sobrecogimiento. Ese dolor de estómago que a uno debe producirle la escucha de esta sinfonía.
-25 de Enero. Deutsche Oper. Jenufa de Leos Janacek. Sobrecogedora creación dramática de Evelyn Herlitzius como Kostelnicka, que se coloca junto a Eva Marton, detrás de la insuperable Leonie Rysanek (que a cambio de casi producirme un infarto, me convirtió allá por 1993, a la Fe de Jenufa y de Janacek) en mi lista de mejores Sacristanas vistas en vivo. Una afección vocal obligó a Rachel Harnisch a abordar sólo la parte escénica, mientras Andrea Danková cantó la parte de Jenufa desde un extremo del escenario. Notables una y otra, cada una en su apartado respectivo. Muy interesante el tenor Robert Watson como Laca Klemen, importante caudal, sonidos con pegada y esa rudeza e impetuosidad que tan bien casan con este personaje. Insuficiente en lo vocal (emisión retrasada, timbre pobretón, agudos imposibles) Ladislav Elgr como Steva, pero caracterizó muy bien al niñato frívolo e irresponsable. Magnífica dirección de Donald Runnicles, titular de la casa, que combinó refinamiento, transparencia, exposición de toda la riqueza de la orquestación de Janacek con una gran factura musical y voltaje teatral. Cuerpos estables sobresalientes. Quíen me iba a decir que iba a ver dos buenas producciones de Christof Loy consecutivas en el mismo teatro (la otra fue "El milagro de Heliane" de Korngold hace un par de años).
-26 de enero. Staatsoper unter den Linden. Falstaff de Giuseppe Verdi. Aunque estaba anunciado en un principio Daniel Barenboim, que había estrenado la producción, la dirección musical fue asumida por Zubin Mehta, mucho mejor Verdiano que el músico argentino-israelí-español. Mehta, visiblemente enfermo, demacrado, pero me causó una gran emoción verle dirigir Falstaff tan castigado físicamente. Nada mejor, como nos enseño el Maestro Verdi, que ante la adversidad, ante el envejecimiento, proclamar "Tutto nel mondo è burla". Cierto que hubo algunas caídas de tensión, que faltó un punto de chispa, pero la orquesta sonó maravillosamente, hubo detalles primorosos en una dirección hermosa y brillante. Lucio Gallo, de timbre innoble, emisión "a su manera" y canto grosero salva los muebles en este papel hecho de frases, de acentos, de declamado melódico, sin esos largos pasajes cantabile de gran parte del corpus verdiano. La Frittoli está tocada, con el centro agujereado y mermada tímbricamente, pero su gran escuela de canto asoma aquí y allá. La mejor fue Nadine Sierra, y no sólo por su impresionante presencia escénica y poder erótico (sale en bikini durante media ópera), es que me gustó su timbre, atractivo, sombreadito y su buen concepto del canto, con apreciables filados. Habrá que verla en papeles de mayor exigencia como esa Violetta en Madrid. No me convenció el montaje de Mario Martone, (me recordó al último que vimos en Madrid), que convierte a Falstaff en un líder de los bajos fondos entre moteros, macaras y grafiteros). Muy torpe, además de feísima, la última escena en el bosque de Windsor, aquí convertido en una especie de nave industrial con el rojo susitiyendo al verde de prados y árboles.
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
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