Alì Babà (Bottesini). Southwest Opera. National Hispanic Cultural Center. Albuquerque. 27-IX-2019
Después de menos de 24 horas en Canadá, me subo a otro avión para completar el fin de semana en un escenario muy diferente: la Sierra de Sanía en el sureño estado de Nuevo México. Un itinerario ajustado porque las aerolíneas norteamericanas no nos han tenido en cuenta a los melómanos viajeros y no tienen ningún vuelo directo programado entre Toronto y Albuquerque. Sin embargo, ayudó a llegar a tiempo el hecho de que los aeropuertos canadienses tienen la llamada preclearance en viajes a los EE. UU.: pasa uno el control de inmigración antes de salir y se llega como un vuelo nacional. Normalmente, no me gusta este sistema, que obliga a llegar con mucho tiempo al aeropuerto pues la frontera es la parte más impredecible del viaje, pero en este caso me permitió reservar una conexión muy corta en Atlanta y llegar a tiempo para la función de mediodía (aunque supuso un día muy largo, pues llegué a San Francisco 24 horas después de levantarme en Toronto).
La razón de este madrugón fue poder asistir a una recuperación muy interesante: el Alì Babà de Bottesini. Se trata de una obra estrenada en Londres en 1871 (el mismo año en que Bottesini dirigió el estreno de Aida en El Cairo) y que tuvo cierta repercusión en vida del autor. En Madrid se hizo en el Teatro de la Zarzuela (seguramente en español). En el siglo XX, sin embargo, se vieron prácticamente solo funciones a piano para un teatro de marionetas.
La ópera trata de forma bufa la conocida historia de Alí Babá y los 40 ladrones, con un libreto de Emilio Taddei que básicamente traduce y resume el libreto francés de la ópera de Cherubini del mismo título. La escritura vocal es interesante, con varias arias jugosas, pero la partitura destaca especialmente por su orquestación, de una densidad y riqueza poco habitual en la ópera italiana de la época. Seguramente un reflejo de Bottesini como consumado contrabajista y director de orquesta. La parte cómica es más irregular que en los clásicos del género. Hay momentos de parodia de varias óperas. Los enamorados citan o parafrasean varias óperas y reciben respuesta de los bufos: a una canción romántica de Delia, Alì Babà (un ávaro sin remedio, que duda cuando los ladrones le hacen elegir entre la bolsa o la vida) responde «che razza di canzone è mai cotesta?». Orsocane, por su parte, nos recordará la barcarola de Dulcamara cuando dice «han l'oro e la gloria verace valor / son lampo fugace le gioie d'amor». Cuando el aduanero Aboul (que cree que se va a casar con la bella Delia), pronuncia frases tan operísticas como «D'immenso giubilo» o «Chi più di me felice?», Alì responde «Chi più ricco di me?».
El trabajo de la pequeñita Opera Southwest (con un presupuesto anual de un medio millón de dólares) y su director Anthony Barrese para reponer esta ópera ha sido considerable y los resultados musicales muy aceptables. Sin duda una agrupación de más fuste podría sacar más color a la partitura, pero la interpretación vista en Albuquerque fue muy meritoria. Barrese se preocupó mucho por dejar espacio a los cantantes, quizá perdiendo un poquito de pulso en algún momento, pero ayudó a brillar particularmente a dos. En primer lugar, el avaro Alì Babà del barítono Ashraf Sewailam resultó carismático y divertido desde su primera aria, «Oh spettacolo che incanta». En segundo lugar, el Nadir del tenor Christopher Bozeka, interesante cantante pero que en mayores teatros adolece de una voz pequeñita, sonó hasta brillante por momentos, como en la romanza «Lunge da te, mia Delia» y se compenetró bien con Sewailam en sus dúos.
Algo más irregular y genérica fue la Delia de Monica Yunus, aunque con un sonido a la vez dulce y potente en sus buenos momentos. Sólido el bajo Kevin Thomson como el jefe de la aduana, algo tosco Darren Stokes como el ladrón Orsocane. Buen trabajo de los artistas jóvenes de la casa en los comprimarios.
La modesta producción de Foad Faridzadeh cumple y dirige bien a los actores. Sin ningún motivo aparante, aparte de la habitual aversión estadounidense a todo lo que huela siquiera a medieval, la acción se traslada a los años 1940.
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