Es también reseñable el lleno casi absoluto en las 3156 butacas del Dorothy. Muchas de las cuales estaban a 350 $. Lo más barato, unas pocas a 50 $ con visibilidad reducida, incluso en el cuarto piso muchas entradas estaban a 150 $ o más. Así es California.

El público, como es lo habitual en estas matinées, hacía joven al de la Zarzuela.

No iba a abrir un hilo para decir esto porque no tengo mucho que aportar, pero, ¿ninguno de ustedes ha visto la 'Lucia di Lammermoor' del Maestranza? Me ha sorprendido no leer ninguna crítica aquí, ni siquiera la habitual del sr. Mengíbar, cuando el material audiovisual que me está llegando de las funciones es más que interesante.

Los amigos de Codalario ya disponen de su crítica.

¿Material audiovisual?

En youtube hay uno que otro fragmento del ensayo general de hace una semana.

Ah. Esperaba algo más completo.

Yo también

Hay grabaciones de las funciones, no he visto ninguna completa pero, por ejemplo, los veintitantos minutos desde "Il dolce suono" hasta el final de "Spargi d'amaro pianto" están circulando. El vídeo es cutre pero el audio no está mal.

Me han dicho que en la Katia del Liceu salen los (opresores) soviéticos aplicando sin anestesia a los benditos campesinos un Plan Quinquenal. ¿Veremos a Stalin en escena? ¿Qué noticias llegan de Barcelona?

He leído buenos comentarios en lo vocal y negativos en lo escénico. Añado: no la he visto ni escuchado, solo comento-como digo- lo publicado por conocidos que ya han asistido al esreno.

Messa da Requiem (Verdi). Chicago Symphony Orchestra. Symphony Center. Chicago. 10-XI-2018

Como cualquiera que siga este hilo se puede imaginar, cuando empiezan a anunciarse las temporadas en primavera, yo empiezo a hacer cábalas con posibles viajes. Para alguien que le gusta viajar tanto como a mí, e incluso el juego de optimizar los puntos y millas de aerolíneas y cadenas hoteleras, esto es en sí una jugosa parte de mi afición. Al ir pasando las semanas y conocerse más temporadas, por no hablar de las ligaduras que impone la vida laboral, todos estos planes darán muchas vueltas. O casi todos, porque cada año hay un par de puntos fijos irrenunciables.

Sin duda, este año la oportunidad de ver el Requiem de Verdi dirigido por Riccardo Muti y con su fabulosa orquesta de Chicago era uno de estos puntos fijos. Todavía conmocionado por el resultado, no puedo resistirme a escribir unas líneas, quizá poco coherentes.

Como resumen, el resultado orquestal ha sido totalmente espectacular. Como punto de referencia sencillo, claramente por encima de su galardonado disco de 2009 con la misma orquesta, con más pasión y detalle. El nivel del coro preparado por Duain Wolfe, ha sido superlativo, con una precisión y matiz que pocas veces he visto. Incluso en el energético «Dies irae» hubo lugar para la sutileza y la transmisión de un amplio abanico de emociones. Por cierto, que había un bajo por ahí metido que nos podría venir bien para el Mefistofele del Met.

Con un cuarteto vocal un poco superior estaríamos hablando de algo histórico. Pero las voces son las que son y, con todo, sacaron la tarea. En contra de la tónica habitual, los solistas masculinos estuvieron por encima de las mujeres. Daniella Barcelona, con bastantesarmas pero un vibrato que se le iba de las manos, sobre todo en su primera intervención. Después lo metió en vereda y estuvo bien en sus dúos con la soprano, aunque en el «Lux aeterna» volvió a asomar. Vittoria Yeo, cantando bien y siguiendo las meticulosas direcciones de Muti, pero falta de pasta para el papel (algo que fue bastante claro en el «Libera me»).

Piotr Beczala ha estado bastante bien. Aunque tiene algunas carencias, es un cantante que responde bien al aspecto más poético de la obra. Muy efectivo en el «Hostias». Belosselskiy-, en su línea, pero suena a bajo y aporta la solemnidad requerida (o más de la requerida, un poco más de emoción no habría sobrado).

Por supuesto, los cuatro solistas concertados a la perfección, entre ellos y en sintonía con el coro y la orquesta, que permitieron a Muti hacer todo tipo de virguerías. Pero siempre sin perder de vista la progresión dramática de la pieza y los momentos en los que nos da un pequeño respiro entre tanto sobrecogimiento.

Más vueltas le tengo que dar a la función, pero de momento queda esto.

Bueno, sí que conviene el desahogo de mencionar alguna incidencia. En primer lugar, como mera curiosidad, a una señora delante de mí casi le da un patatús en el «Dies irae».

El ciudadano que tenía sentado al lado se quedó dormido al final del «Rex tremendae» y así hasta los aplausos (yo pensaba que al menos el bombo en la repetición del «Dies irae» al final del «Confutatis» lo despertaría, pero ni con esas). Solo interrumpió su sueño unos segundos cuando su acompañante lo sacudió antes de «Sanctus» pero solo lo justo para preguntar si quedaba mucho. Bueno, en justicia, un par de codazos recibidos de otro lado interrumpieron su descsnso momentáneamente cuando el volumen de sus ronquidos (manda carallo) superó todo lo tolerable. Pero aún con ronquidos, estaba mejor dormido: el tiempo que estuvo despierto lo pasó sorbiéndose los mocos y tosiendo a boca abierta. Menos mal que, sin duda motivado por el ejemplo de Gandhi de la semana pasada, me lo tomé con filosofía...

Cabe también comentar, como anécdota, que en la primera de ests serie de funciones (el jueves) Muti se dirigió al público para pronunciar unas palabras en recuerdo de las víctimas del más reciente tiroteo masivo estadounidense (acaecido menos de un día antes), pedir un momento de silencio y dedicarles el Requiem.

Si eso por esas dedicatorias, en los EE.UU. podrían programar un Réquiem cada día y estarían casi todos aprovechados..

No se si a Stalin en escena o aquí a la actual Alcaldesa que le gustaría hacerlo
No puedo opinar de lo musical , iré probablemente la semana del 19

Muchas gracias por las crónicas y anécdotas.

Es claro que el público asistente para bien o para mal, siempre se reparte entre un porcentaje que va realmente interesado al tema y otro que es mero comparsa de circunstancia, que se convierte en un estorbo para el resto.

Saludos.

Le médecin malgré lui (Gounod). Odyssey Opera. Huntington Avenue Theater. Boston. 11-XI-2018

La bostoniana Odyssey Opera completa su celebración del bicentenario de Gounod con una simpatiquísima representación de esta ópera cómica (ya hablé en septiembre de su Reine de Saba). En este caso una función escenificada. La ópera original tenía muchos diálogos hablados, tomados directamente de Molière, pero en este caso han optado por la versión con los recitativos escritos por Erik Satie en los años 20. Una buena opción para un público y reparto estadounidenses.

Conocía muy poco la obra en sí, que me causó buena impresión. La historia es bien conocida: la mujer del leñador Sganarelle quiere jugarle una mala pasada por vago (o vengarse de las palizas que este le da, aunque este aspecto, que en el seiscientos y ochocientos se tomaba a risa, se intenta atenuar hoy en día). Para ello convence a unos sirvientes de que es un médico que rehúye sus obligaciones. Estos lo llevan a palos a la casa de Géronte, que quiere que cure a su hija, quien se ha quedado muda. En realidad está fingiendo, para evitar un matrimonio concertado y ganar tiempo para casarse con un pretendiente a quien su padre desaprueba. Sganarelle se mete descaradamente en el papel de galeno (y permite a Molière decir cosas terribles de los médicos) y, aunque casi termina ahorcado, con un poco de suerte y una herencia repentina, todo se resuelve felizmente. Es una ópera muy ligera, pero con todo el ingenio de Gounod y un divertido libreto.

Sencilla pero efectiva producción de Daniel Pelzig que saca todo el jugo a la polivalente escenografía de Dan Daly . Muy gracioso Stephen Salters como Sganarelle durante toda la función, en particular en su aria en loa de la bebida «Qu'ils sont doux» y en su discurso médico en latín macarrónico. El tenor Piotr Buszewski estuvo más irregular como Léandre, pero fue capaz de desplegar jn sobreagudo cuando hizo falta. Divertido también el Géronte de James Demler.

Las mujeres en general sonaron menos idiomáticas que los hombres, con la excepción de la Jacqueline de Tascha Anderson , pero estuvieron a la altura en el plano cómico al menos.

En algunos casos los cantantes se descolgaron un poco de la orquesta de Gil Rose, una combinación del difícil texto, el rápido tempo y, supongo, los limitados ensayos.

En general, faltó algo de refinamiento pero fue una tarde muy agradable.

Esta vez no tengo quejas del público, aunque como anécdota comento que la familia completa de Salters estaba sentada justo detrás de mí.