WAM escribió:
Pues un favor más que os debo. Aunque supongo que habría ido de todos modos, mi presencia en el Real anoche tuvo dos culpables: uno colectivo, este foro, donde me convencisteis de que a pesar de mi aburrimiento con el “Burbero” de hace unos años, valía la pena darle a Martín y Soler otra oportunidad, y ya en individual un “amable forero” como suele decirse, pero que desde ayer creo que empieza a entrar de lleno en la categoría de “amigo”, que me regaló su entrada. Gracias de verdad al colectivo y al amigo.
Porque la verdad es que disfruté del “arbore di Diana”. Os cuenrto un poco, aunque, claro, dejo los detalles técnicos para los maestros. La obra tiene mucha música y muy buena a ratos, y el resto de los ratos es siempre de lo más asequible. Hay muchos números conjuntos muy bien resueltos, una buena caracterización musical de caracteres, incluso notable la evolución del carácter -musical, de lo dramático hablo luego- de Diana., por ejemplo. Y algunos números francamente preciosos: el finale del Acto I, el gran aria “Sento che dea son io” de Diana, el dúo de cena del baño… El problema de Martín es la ¿inevitable? comparación… y no con Salieri o Paisiello precisamente.
En lo vocal, pues sin deslumbrarme ninguno estuvieron todos muy correctos. Incluso notable la Diana de Lyubov Petrova, tanto en las dos arias “di furore” del primer acto como en las más dramática gran escena que precede al final en el segundo. Y Simón Orfila, al que tenía en mi ”lista gris” después de una noche en que me dejó tan flojo que –a pesar de llevar desde ayer intentándolo- no logro recordar qué cantaba, pues desde anoche pasa a la lista blanca: potente, timbrado, matizado, bufo en la justa medida e intenso cuando el papel lo pide… francamente bien. El tenor de más papel, Endimione (con otro par de arias preciosas, la de entrada me hubiera gustado escucharla en voz de, digamos, Dermota), era un para mí desconocido Dmitri Korchak que fue mejorando con la obra y, especialmente en el segundo acto, estuvo también muy digno. El resto bien –con mención para Garmendia, que defendió el relativamente breve papel con soltura y sin problemas. Y Marina Comparato, el “Amore”, pues fue tal vez la que menos me convenció, tal vez porque el papel se las trae en lo dramático.
Lo que me lleva a “mi” triunfador de la noche. Que es, curiosamente, el libretista. Lo de Da Ponte en el “Arbore” es una obra maestra. Metastasio traducido por un cura libertino… Un argumento sin pies ni cabeza, como si fuera Metastasio, ya digo, pero hilado con una genialidad espectacular. Dioses, semidioses (ese Amor que lo urde todo es puro Puck), pastores, ninfas, deus ex machina… hasta un perro (y excelente esta vez –y ya sabéis que no soy entusiasta de sacar bichos en las puestas en escena- cómo aprovecharon los escenógrafos una mención de pasada en el texto al perro de uno de los pastores para convertirlo en personaje clave del final… no os cuento más). Todo eso envuelto en una trama con todo tipo de trucos –que a veces evocan a Mozart-: personajes que quedan mudos y murmullan, roles disfrazados, trío de damas cachondas… No sorprende saber que, como he leído en algún sitio, en una adaptación del “Arbol” para “singspiel” que se hizo en Viena unos años después del estreno, el coro de las manzanas lo cantara… un trío de voces blancas ¿os recuerda algo?
En fin, perdón por la extensión. En resumen. Una de esas noches en que uno no se enamora de un cantante, no sale seguro de recordar hasta la vejez, pero eso sí, deja el teatro con una sonrisa de oreja a oreja, feliz de la vida. Otra vez gracias a los que me convencisteis. Y a ti, claro, por la entrada.
Porque la verdad es que disfruté del “arbore di Diana”. Os cuenrto un poco, aunque, claro, dejo los detalles técnicos para los maestros. La obra tiene mucha música y muy buena a ratos, y el resto de los ratos es siempre de lo más asequible. Hay muchos números conjuntos muy bien resueltos, una buena caracterización musical de caracteres, incluso notable la evolución del carácter -musical, de lo dramático hablo luego- de Diana., por ejemplo. Y algunos números francamente preciosos: el finale del Acto I, el gran aria “Sento che dea son io” de Diana, el dúo de cena del baño… El problema de Martín es la ¿inevitable? comparación… y no con Salieri o Paisiello precisamente.
En lo vocal, pues sin deslumbrarme ninguno estuvieron todos muy correctos. Incluso notable la Diana de Lyubov Petrova, tanto en las dos arias “di furore” del primer acto como en las más dramática gran escena que precede al final en el segundo. Y Simón Orfila, al que tenía en mi ”lista gris” después de una noche en que me dejó tan flojo que –a pesar de llevar desde ayer intentándolo- no logro recordar qué cantaba, pues desde anoche pasa a la lista blanca: potente, timbrado, matizado, bufo en la justa medida e intenso cuando el papel lo pide… francamente bien. El tenor de más papel, Endimione (con otro par de arias preciosas, la de entrada me hubiera gustado escucharla en voz de, digamos, Dermota), era un para mí desconocido Dmitri Korchak que fue mejorando con la obra y, especialmente en el segundo acto, estuvo también muy digno. El resto bien –con mención para Garmendia, que defendió el relativamente breve papel con soltura y sin problemas. Y Marina Comparato, el “Amore”, pues fue tal vez la que menos me convenció, tal vez porque el papel se las trae en lo dramático.
Lo que me lleva a “mi” triunfador de la noche. Que es, curiosamente, el libretista. Lo de Da Ponte en el “Arbore” es una obra maestra. Metastasio traducido por un cura libertino… Un argumento sin pies ni cabeza, como si fuera Metastasio, ya digo, pero hilado con una genialidad espectacular. Dioses, semidioses (ese Amor que lo urde todo es puro Puck), pastores, ninfas, deus ex machina… hasta un perro (y excelente esta vez –y ya sabéis que no soy entusiasta de sacar bichos en las puestas en escena- cómo aprovecharon los escenógrafos una mención de pasada en el texto al perro de uno de los pastores para convertirlo en personaje clave del final… no os cuento más). Todo eso envuelto en una trama con todo tipo de trucos –que a veces evocan a Mozart-: personajes que quedan mudos y murmullan, roles disfrazados, trío de damas cachondas… No sorprende saber que, como he leído en algún sitio, en una adaptación del “Arbol” para “singspiel” que se hizo en Viena unos años después del estreno, el coro de las manzanas lo cantara… un trío de voces blancas ¿os recuerda algo?
En fin, perdón por la extensión. En resumen. Una de esas noches en que uno no se enamora de un cantante, no sale seguro de recordar hasta la vejez, pero eso sí, deja el teatro con una sonrisa de oreja a oreja, feliz de la vida. Otra vez gracias a los que me convencisteis. Y a ti, claro, por la entrada.
te envidio precisamente por lo extenso de tu cronica
sigue asi
Estaba liado de trabajo y se me pasó el estreno 
), que cojeaba ostensiblemente. La voz de la soprano que interpretaba a Artemisa (Diana) no me gustó nada, pequeña, vibrato desagradable, sonaba a falsete, aunque no pareció pasar muchos apuros. A lo mejor se requiere este tipo de voz, como los tenores, muy rossinianos, que no me gustan mucho. Pero creo cumplieron bien. Aunque podrían haber metido la pata que ni me habría dado cuenta.
