Más crónicas líricas

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Yo estuve el miércoles y la verdad es que me aburrí un poco. Desde luego que no es como para salir corriendo horrorizado, hay aquí y allá buenos momentos, la escenografía es vistosa, los cantantes, adecuados, la historia puede tener su interés, y además, creo que hay que programar a Martín y Soler no sólo por ser compatriota o por ser contemporáneo de Mozart sino porque su obra y su persona merecen atención por sus propias cualidades, pero dos días después, si pienso en lo que viví en el teatro, queda el murmullo de un recitativo constante con algún fogonazo suelto entre bostezo y bostezo. Pero hay que ir y juzgar por uno mismo.

Yo también me aburrí bastante el otro dìa. Esta música es agradable y correcta, pero insípida y sin mucha sustancia. Por más que se diga que es la obra maestra de Martín y Soler, yo me sigo quedando de largo con “Una cosa rara”. ¡Vamos, no hay color!...

Los cantantes estuvieron a tono con la música, correctitos y aplicados. La protagonista (Lyubov Petrova) dio todas las notas (que son muchas, por cierto), pero la voz es poca cosa, bastante metálica y estridente, y con agudos y sobreagudos “gallináceos”. Además, el control del aire no es perfecto, y se puso de manifiesto en su escena solista del acto segundo (éste sí, uno de los mejores momentos de la partitura, con una música de altísimo nivel). Intentó en esta escena, con muy buen criterio, apianar y cantar a media voz, pero la voz no acabó de responder y el “legato” flaqueó bastante. Mucho más suelta en las agilidades. Aceptables el resto de las chicas, Marina Comparato y las nifas y genios, aunque la verdad, y siendo sinceros, no pude distinguir quién era quién.

De los chicos, Korchak tiene buenas intenciones, es voluntarioso y lo intenta hacer bonito, pero la voz está descolocada (entre Pinto y Valdemoro, o todo lo contrario), y las buenas intenciones se quedan sólo en eso. Más en su punto Breslik, que no es un portento, pero que por lo menos tiene los deberes mejor hechos. Para este repertorio tiene un pase, pero no entiendo cómo pudo cantar hace no mucho un papel como el Gennaro, de la “Lucrezia Borgia”. Bueno, sí lo entiendo, porque escuchando la grabación parece un mosquito luchando contra un elefante. Y un tanto desmejorado Simón Orfila. Estuvo simpático como actor y aceptable vocalmente, pero me parece que la voz ha perdido proyección.

No me gustó demasiado la dirección de Ottavio Dantone, monótona y sin chispa. Buena parte del sopor general vino del foso. Creo que un director más incisivo y con más imaginación hubiera sacado más partido de la partitura. La puesta en escena es colorista y movida, pero sólo tiene UNA idea (o dos a lo sumo), y a los cinco minutos ya no da más de sí. También falta imaginación para haber sacado muchísimo más de un libreto tan “desmelenado” como éste.

La cuestion de si las operas vienesas de Martin y Soler son pre-Mozartianas es bastante interesante. Siempre me ha llamado la atencion ver que Mozart se inspiraba en las ideas de las obras de Martin, lo cual denota una mayor habilidad del valenciano para leer los gustos del publico de la epoca y marcar moda. Un analisis cronologico de la obra de los dos autores pone de manifiesto como Mozart siempre iba algo a remolque -por mucho mejor que lo hiciera- y, por ello, pudiera haber sido mal percibido por el publico de la epoca como alguien menos original y no tan accesible. Tan solo unas casualidades para ilustrar mi agumento:

Il Burbero di buon coure (comedia Burgesa) estrenada en enero de 1786, precede al Figaro de Mozart, de mayo del mismo año. Los paralelismos entre ambas obras son acusados.

Cosa Rara (comedia dramatica ambientada en España) estrenada en Noviembre de 1786, tiene indudables semejanzas con el Don Giovanni de enero del 1787.

L'arbore di Diana de 1787 esta claramente vinculada con la flauta Magica, como Waisman pone de manifiesto en su estudio de las dos obras. Dorothea Link, tambien la considera fuente de inspiracion del Cosi.

En resumidas cuentas, me parece que parte del fracaso vienes de Mozart se debe a que estuvo nadando contra corriente e incluso diria, dando a sus colegas de profesion un mensaje implicito no exento de cierta arrogancia: 'Puedo hacer lo que tu has hecho pero mejor aun'. El publico, nos guste o no, no es tan tonto como parece; y el vienes de aquella epoca ha sido bastante criticado por ello. Un analisis comparativo nos muestra como la obra del Saltzburges no era tan novedosa a sus ojos, como lo pueda ser a los nuestros.

Con todo esto no pretendo atribuir a Martin una genialidad que no tiene, ni tampoco hacer descender a Mozart del Olimpo- y digo esto como profundo mozartiano, lo cual quiere decir interesado en él, en su obra y en el contexto musical de la epoca en la que compuso-. Lo que si puedo afirmar es que Martin es fundamental para entender a Mozart, y mas aun, sin Martin las operas de madurez de Mozart quizas no hubieran existido como son.

Perdone el desahogo, pero ¡ya le gustaría al bueno de Don Vicente sonar, aunque fuera remotamente, a Don Wolfgang!... Como la noche y el día... Todavía recuerdo la anterior ópera de Martín y Soler que subió al Real ("Il Burbero di buon cuore"), y lo cruel que era que, en medio de aquella música funcional y simpática, sonaran las dos arias que Mozart compuso para dicha ópera. ¡Era otro mundo!... Un "Vega Sicilia" en medio de botellas de "Lambrusco"...

Sabias palabras Sr. Hentzau

Pues más suena a Mozart que a Puccini ó Wagner, creo…

Todavía recuerdo la anterior ópera de Martín y Soler que subió al Real ("Il Burbero di buon cuore"), y lo cruel que era que, en medio de aquella música funcional y simpática, sonaran las dos arias que Mozart compuso para dicha ópera. ¡Era otro mundo!... Un "Vega Sicilia" en medio de botellas de "Lambrusco"... [/quote]

Totalmente de acuerdo, pero lo cierto es que las dos arias de Mozart estan totalmente fuera de lugar en el 'Buerbero'. No combinan musicalmente con el resto de la obra, ni con la caracterizacion del personaje. Las sigo prefiriendo como arias de concierto.

Acabo de llegar del teatro. La obra me ha gustado, sin entusiasmarme. Musicalmente sin demasiadas pretensiones, al menos entretiene. El libreto es estupendo: tiene mucha miga y pasajes francamente divertidos.

La escenografía es colorista y no molesta, lo que, en estos tiempos que corren, no es poco.

Los cantantes, en general, bien. La nota discordante la puso Lyubov Petrova, que se marcó un primer acto flojísimo, con un timbre desagradable y un aria di bravura ("Sento che dea son io") chillada y con un par de agudos desafinadísimos. Se me puso la piel de gallina y no de emoción, precisamente. Si se hubiese cambiado los papeles con Ainhoa Garmendia, habríamos salido ganando, por mucho.

Os dejo, que voy con prisas. Mañana os comento alguna cosa más.

Pues ayer acudí al Real a ver El arbol. Para mí la función fué de las que se dejan ver.La música divertida, la ópera tiene sus puntos. De las voces y la orquesta, pues bien. La escenografía, en la linea de lo que sufrimos en el Real.Minimalismo a ultranza, a mi me daba la sensación en algunos momentos que más que estar viendo una ópera, parecía un grupo de adolescentes talluditos haciendo skate por el escenario. El arbol, pues bueno, pues me alegro. Eso sí, a la última en óptica visual. A mí lo que más me gustó de la puesta en escena fué el perro,con diferencia.Me recordaba al caballo del Boris de mi primera temporada como abonada al Real. Es que soy muy de peluches que le voy a hacer.

Gracias por la estupenda crónica Wam!!!

A mí también me pareció una ópera divertida y desenfadada, que ayuda bastante a hacerse cargo de cuáles eran los gustos de los vieneses de "a pie" de entonces.

En los dos repartos el papel de Amore (Marina Comparato y Ketevan Kemoklidze) creo que se cantó bien y con solvencia escénica. También me gustó mucho Doristo (Simón Orfila). En cambio Silvio y Endimione me parecieron mejores los del primer reparto (Breslik y Korchak).

El público del día 18 se rió y aplaudió más que el del 17 que era el día del estreno, no se porqué

Lo pasé genial aunque creo que además del Árbol también influyó que tuve ocasión de hablar largo y tendido con Carestini (connoisseur del barroco fuera de serie con un sentido del humor espectacular que me hizo reir lo que no está escrito) y además pude saludar a dos nobles y atentos caballeros del grial: ángelparsifal y Arian.

Mañana si me da tiempo escribo algo sobre la escenografía y vestuario. Tip prepárate por decir lo de "Enterprise"
Voy a ir a por ti!!!

De lo demás que hable Carestini

(no vale dejarnos sin crónica ya puedes sacar el tiempo de donde sea)

No entiendo la lectura barroca de Dantone...la obra es puro clasicismo vienes.

Con un día de retraso acerca de lo previsto (viaje por medio), no me olvido de la crónica ¡que no, que no iba a escaquearme, que noooo!
Estuve en la función del 18, primera para el segundo reparto. Y me lo pasé de maravilla. De acuerdo que el gusto de cada uno es muy personal, pero no entiendo las opiniones de los que dicen que L'Arbore "se deja ver", que es "una música insípida, con poca sustancia". Así, sin más, qué poco gas. Pues yo creo que es una ópera de lo más disfrutable, y que no todo va a ser trascendencia y dramones en escena. El 18 tocaba reír, y me reí a gusto. Queridos Da Ponte y Martín y Soler: misión cumplida, la obra funciona.

No había escuchado hasta ahora a Ketevan Kemoklidze, y esta cantante despertaba mi curiosidad desde que le vi algunos youtubes de la película de Saura Io, Don Giovanni, donde la soprano georgiana hace Donna Elvira. Como Amore, es un crack. Me gusta su voz, su presencia escénica y su capacidad de disfrutar y hacer disfrutar, transmitiendo al público toda la vivacidad de un rol básico para mover los hilos de la trama. La Diana de Ekaterina Lekhina comenzó un tanto destemplada para ir a más según avanzaba la función. El papel es criminal donde los haya, y contiene arias de coloratura de una dificultad espeluznante . Siempre se habla de la Reina de la Noche, claro, pero esta Diana es pariente muy próxima, más bien su hermana mayor. Maravilloso rol: el aria "Sento che dea son io" es una verdadera joya que debería escucharse con más frecuencia.
Las ninfas Britomarte, Clizia y Cloe formaron un terceto que funcionó muy bien vocal y escénicamente, destacando sobre todo Ainhoa Garmendia como Britomarte, muy lucida en su aria; esta soprano hizo en el Don Giovanni del pasado noviembre en Oviedo una Zerlina para recordar, por su belleza y frescura vocal y por su desparpajo escénico, y su Britomarte fue por los mismos derroteros. Marisa Martins y Jossie Pérez redondeaban este divertido trío que acabará soltándose el pelo ante las trapisondas de Amore para pasar de ninfa a mujer … a ver si Julio Iglesias se inspiró en esto, y no lo sabíamos.
Simón Orfila como Doristo fue lo mejor, a años luz, en la parte masculina del elenco. Siempre me ha gustado como cantante (en el aspecto vocal no lo encontré deslucido, que es lo que Rupert de Hentzau dice en un post anterior…), y escénicamente es fabuloso en papeles bufos. Muy bien.
Los tenores ya fueron otra cuestión. José Luis Sola nunca me ha convencido, y esta vez su Silvio fue más de lo mismo: una emisión demasiado tensa, que le lleva a desafinar cuando quiere dar más volumen. Pero lo peor fue John McVeigh como Endimione (y encima su papel es más largo). Es un tenor de timbre desagradable que por momentos resulta gallináceo; lo más flojo de la función, en verdad.
La puesta en escena me gustó. Resulta muy divertida y llena de guiños bien aprovechados. La transformación de Doristo en arbusto, que de una manera más tradicional hubiese resultado un problema, se resuelve muy bien situando al cantante tras una pantalla en la que aparece como radiografía humana para cambiarse por una "radiografía vegetal" . Las pantallas–hojas en las que aparecen las manzanas doradas ó negras, según las ninfas se desmadren, también dan su juego. Todo ello se ve realzado por una iluminación bien concebida, y por el uso de colores más fríos (relacionados con Diana, las prohibiciones, la castidad) ó más cálidos, propios de Amore y sus intrigas. Reforzaba la idea (ya sé que alguno dirá que de un modo demasiado evidente) la pantalla del principio con el texto "Qui regna Diana", sustituido luego por "Qui regna Amore". Un recurso tan antiguo en la escena como las trampillas fue utilizado de manera eficaz para las apariciones y desapariciones del travieso Amore. Y también me gustó el decorado, que creaba un espacio acotado, cerrado, sin fisuras aparentes: un hermetismo superficial, aunque roto en momentos por esa especie de "nave nodriza" de Diana que surge en ocasiones como plataforma, escalinata, casi como trono… pero en forma de bañera a la que sirven de fondo las enormes astas de la cierva que acompaña a la diosa. La sensación de entrar en un espacio prohibido y aparentemente desnudo, que esconde mucho más de lo que deja ver.
El vestuario huye de lo dieciochesco y busca una imagen moderna, especialmente glamourosa para Diana, diosa que se baña como una star hollywoodiense (impagable el detalle de bañarse en espuma dejándose puestos los largos guantes negros). Muy bonitos los trajes de las ninfas, con las chaquetas asimétricas con un hombro al aire, y el toque de color del guante y la peluca que distingue a cada una de ellas. Es particularmente divertido el vestuario de Amore, con más disfraces que Mortadelo.
No me pareció plúmbea la dirección de Ottavio Dantone, ni que sonase a Barroco en lugar de a Clasicismo. A mí me sonaba constantemente Mozart (lo lógico, por otra parte).

Algunos detalles a vuelatecla:
–Durante la función, el público se reía, seguía la historia y parecía estar pasándoselo bien. Entonces ¿por qué tan pocos aplausos al final? Mi no comprender.
–Según me comentó Fledermaus, un espectador salía poco convencido de "esto del Barroco con televisores…" Debió ver otra ópera, sin duda. Por lo del Barroco, se entiende.
–En el pasillo de butacas de platea, un sesudo caballero salía pontificando en los términos siguientes: "En el segundo acto no hay progresión dramática alguna, y desde el principio ya se sabe cómo va a terminar". Olé los eruditos a la violeta, sí señor. Pues no vuelva a la ópera, buen hombre, ó vaya solamente a estrenos absolutos en los que no sepa nada de la trama.
–En mi opinión, L'Arbore no es protomozartiana. Bajo ese término yo entiendo otra cosa, como las obras del Preclasicismo ó de la Escuela de Mannheim. Martín y Soler coincide con un Mozart que no está dando sus primeros pasos en la composición. ni mucho menos. Desde el principio, la música de L'Arbore me hizo pensar constantemente en La flauta mágica, así como el planteamiento de algunos personajes y situaciones, que también podrían evocar Cosí (ese Amore que, como Despinetta, lo lía todo).

Y para acabar: fue una velada estupenda, con presencia forera en la previa y en la posfunción. En la previa, tuve la oportunidad de conocer a Arian (jamás lo hubiese imaginado así de joven) y a angelparsifal. Muchas gracias a los dos por un agradable rato de conversación. Además compartí una divertida posfunción con Fledermaus, el murciélago más elegante del foro. Que coincidamos más veces, y muchas gracias a los tres.
Y muchas gracias a Martín y Soler y a Lorenzo Da Ponte, claro.

Muchas gracias por la estupenda crónica.
Me toca mañana y me ayudará mucho lo que dices.

Yo también estuve el 18 de manera imprevista, me surgió la oportunidad a última hora de lo que me alegro muchísimo, francamente no iba con muchas expectativas ni con ninguna idea preconcebida porque no conocía la obra, pero sí, me gustó mucho. Descubrí una música maravillosa y momentos que, como dice Carestini, deberían disfrutarse más a menudo.

Muchas gracias Carestini porque tu estupenda y atinadísima crónica describe perfectamente la función del 18 y como siento no haberos visto pero la decisión fue totalmente "last minute".