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La determinación de ver toda obra Pucciniana habida y por haber me llevó esta vez a ver
La Fanciulla del West en el
teatro de Oslo, Noruega. Quería compartir con vosotros algunas impresiones y curiosidades de la velada, sin ser capaz de escribir una valoración tan erudita como viene siendo habitual en este apartado.
La primera curiosidad: Se trató de una producción de la
Vlaamse Opera. Hmm, no sabía que se hacía esto – ¿una institución hace producciones para otra? ¿Significa eso que en Bélgica verán exactamente lo mismo que en Noruega? Tal vez alguien que esté más metido en el mundillo quiera explicar como funciona este tipo de colaboración, y que es lo que incluye.
Acudí a la función sin mucha preparación previa, a pesar de los buenos consejos de
Le Gouverneur (no volveré a hacerlo, prometo
) – tan solo me había leído la sinopsis y un poco de la historia, y escuchado algunos fragmentos en YouTube. Y tengo que decir que me gustó mucho esta obra de Puccini tan poco pucciniana. Desde luego es diferente de sus óperas más famosas. Sin Grandes Éxitos, más equilibrada. Mi impresión es que el autor ha sacrificado las cumbres para elevar la musicalidad de toda la obra. Me resulta algo parecida (fíjate la que voy a soltar ahora) a
Tannhäuser, la única ópera alemana que conozco. Me refiero a que es más fluida, homogénea, sin arias destacables (sí,
Carestini,
Tannhäuser también tiene arias que suenan muy bien fuera del conjunto
), pero más interconectada por dentro. Es como si cortáramos los picos de los Pinireos y utilizáramos la masa para rellenar los valles. Obtendríamos Andorra – un país entero más a lo alto, sin diferencias tan dramáticas entre sus varias partes. Así me pareció
La Fanciulla – como Andorra del paisaje pucciniano. Una pequeña y equilibrada maravilla.
Del reparto que tocó esa noche solamente me sonaban (remotamente) Paoletta Marrocu y José Cura. Tengo entendido que son artistas a los que no tenéis especial cariño (
"su voz ya sólo vale para películas de terror", dijo
Il Frate de José Cura, me reí mucho), pero en Oslo estos personajes son estrellas de primera categoría (José Cura se queda para dar un recital el día 17). Y no lo hicieron nada mal, a mi parecer. Ella me pareció una actriz estupenda. En la escena dentro de la cabaña consiguió mostrar de manera muy convincente el nerviosismo mientras esperaba a su prospectivo amante, y cuando se enteró que él era en realidad el criminal Ramerrez, su enfado fue más que palpable. Tan sólo he notado una cosa: A veces decís que los cantantes tienen voz demasiado pequeña para tamaño teatro. El teatro de Oslo no es de gran tamaño, todo lo contrario. Y aún así la voz de Paoletta Marrocu a menudo se quedaba completamente ahogada por la música. ¿O tal vez la culpa fue de la orquesta, que tocaba demasiado alto?
José Cura destacó sobre todo al final, en la escena donde trata de convencer a la muchedumbre a punto de ahorcarle que al menos no se lo digan a Minnie y que le hagan pensar que se había escapado. Lo hizo de manera tan apasionada que tal vez esta fuera precisamente la cumbre de la velada. Al menos para mí, aunque al público también le encantó – todo el mundo se puso de pie al final de la función, ovacionando más rato de lo que he visto nunca.
La puesta en escena me pareció más que conseguida. Se trataba de una mezcla entre lo tradicional y lo moderno. La escena fue concebida como una película de Wild West de los años 50 (
Mitchum estaría en su elemento
). Para evocar el aire de película, en ocasiones se arrojaba luz como si procedente de un proyector de cine de los antiguos, con su luminosidad inestable y sus partículas de polvo en las lentes. El efecto fue interesantísimo – de verdad daba la impresión que estabas viendo una peli antigua con John Wayne en blanco y negro, pero en 3D!
Para la escena en la cabaña redujeron el enorme escenario a su décima parte, creando una caja (que representaba la única habitación de la cabaña) en el centro. Esto permitió enfocar la atención a los dos protagonistas, que en la segunda parte se encuentran casi solos, de manera muy eficaz. Además la cajita / habitación tenía el suelo bastante inclinado hacía el público – no sé ni como no resbalaban los actores. Lo cual también significó que el pobre José Cura cuando cae herido al suelo mientras Minnie y el Sheriff juegan póker para decidir su destino, se queda boca abajo durante un buen rato. Estaba preocupado por él, pero parece que este hecho no le afectó demasiado.
Y para rematar el tema peliculero, en la escena final en la que Minnie convence a los mineros que le perdonen la vida a Dick Johnson, los dos salen de un cine de verdad, ubicado en un edificio típico de los años 50. Interesantísimo.
Lo único que no me gustó fue que el director no pudo evitar caer en la tentación de utilizar al menos un elemento gore: Cuando Dick (herido) se esconde ante el Sheriff en la azotea, sale tanta sangre que toda la pared trasera se queda empapada. ¿De verdad hacía falta eso?
¿Con una gotita no hubiera sido suficiente?
En fin…
Y al final, una última curiosidad: El teatro de Oslo tiene red WiFi gratuita en todo el recinto. Durante el espectáculo noté que algunas personas estaban siguiendo el libreto en las pantallas de sus dispositivos móviles. Así que hice lo mismo con mi iPod, previamente reduciendo el brillo de la pantalla para no molestar en la oscuridad. La verdad es que va muy bien – puedes seguir el libreto en el idioma que te apetezca, o en italiano y en tu idioma simultáneamente. ¿
Augmented Reality por fin en la práctica?
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(Edito para corregir algunos errores
)