Así es, por ciertas circunstancias de la vida me vi en la posibilidad de darme una escapada a Manhatitlán la primera semana de la nueva temporada.
Había fechas con elencos mucho más sólidos, como el Rosenkavalier que se viene en unos días con Fleming, Persson y Vargas, pero, ¿qué quieren que les diga?, me ponen en una misma semana dos Flautas y dos Bodas, un mismo día incluso programan las dos, y me tienen atado (y si encima por esos días está Juliette Binoche haciendo un show en Brooklyn, la verdad es que no hubo muchas dudas).
Como no voy a abrir un tema por cada producción que vi (las mencionadas más Tosca), en este intentaré hablar un poco de todas , además de algunas otras circunstancias operisticonewyorkinas que, quién sabe, tal vez le sirvan a alguien que esté por animarse a hacer el viaje. Tendré que recurrir también, me temo, a diversos estratagemas para sustituir la parte técnica, que iran desde los chismes más pueriles hasta, si la cosa se complica, la publicación de fotos de algunos de los foreros más populares...en pelotas.
Empiezo...por el principio, aunque hablando de una función en la que no estuve dentro del teatro, la gala inaugural de Tosca. Primero comentar algo que realmente me impresionó, y es que el inicio de temporada fuera realmente un acontecimiento en la ciudad, que trasciende el mero ámbito artístico. Fotos de Mattila por todas partes : autobuses, casetas telefónicas, anuncios espectaculares, parecían más propias del estreno de Spiderman V que de un arte "minoritario" como la ópera. Y las comillas son porque sencillamente en Nueva York eso parece haber quedado atrás, ahí el que quiere acercarse a la ópera lo puede hacer sin problema alguno, tendrá todas las facilidades. Por ejemplo:
De lunes a jueves los boletos de por sí son más baratos que los fines de semana, pero además tienen un sistema de "rush tickets" en el que en esos días se ponen a la venta 200 boletos en la sección de Orquesta a sólo 20 dólares. También son accesibles los boletos del Family Circle y otros de a pie en dos secciones diferentes del teatro. Por si fuera poco, los estudiantes tienen la posibilidad por algo así como 5 dólares de comprar localidades que tienen visibilidad nula pero en los que en cambio tienen muy buena acústica y además pueden ir siguiendo la partitura.
La función inaugural, en la que sí que eran caros los boletos, ofrecía otras opciones, ya fuera seguirla en pantallas gigantes en el mismo Lincoln Center o, ni más ni menos que ¡en Times Square! Opté por esta última bizarra opción. Y es que un lugar tan ruidoso parecería desde luego el peor lugar para oir ópera pero, además de que pusieron unos bocinones alucinantes, lo raro de la idea era demasiado atrayente.
Instalaron 2000 sillas, que no estuvieron totalmente ocupadas, pero sí en un buen porcentaje. Obvio, había algunos curiosos que iban y venían, pero muchos otros sí que estaban ahí especialmente para la ocasión, varios incluso "de gala". Antes de iniciar, enlaces al Lincoln con montones de entrevistas y saludos a Times Square que encendían al respetable, gringuísimo vaya. Varias dentro del montonal de pantallas que hay en la zona fueron utilizadas, con la poca fortuna que la que me tocaba a mí estaba justo arriba de la del centro de reclutamiento del ejército que tienen ahí montado y en la que no cesaban las imagenes patrioteras, con lo que para el final del primer acto no sabia yo qué deseaba con más fervor: patear a Scarpia o al barbudo que tenía a unos metros.
Edito para poner una foto que he encontrado en internet:
Dentro de lo que pude observar ahí que no podría notar el jueves siguiente que la vería en el teatro estuvieron obviamente los acercamientos que dejaban ver lo metida que estaba Karita, realmente se le veia sufrir. También entendí a qué se refieren los cantantes que tanto elogian a Levine respecto al trabajo que hace con ellos. De verdad se nota cómo los cuida y les hace todo más cómodo, sobre todo en el tema de la respiración. Y esto úlitmo digo que no lo pude ver en vivo porque ese día Pablo Milanés canceló.
Saltándome unos días pues, paso a la función del jueves, que fue la más accidentada, pasó de todo!!
Sumada a la cancelación del director se hizo el anuncio de que el Scarpia, que había sido anunciado una semana antes como sustituto del originalmente programado, cantaría indispuesto. Aquí comprobé aquello que se dice de que en el Met se aplaude todo, y es que el señor que hizo los anuncios se llevó tremenda carretada de aplausos, poco faltó para que alguien aventurara algún "bravo!". Total, que al contrario de la función de inicio en que se intuía a un cantante de instrumento poderoso y que histriónicamente hacía su rol bastante creíble, en el primer acto no anduvo bien,de hecho casi no se le escuchaba, se notaba bastante su problema. Tanto, que para el segundo acto, y tras una nueva ovación, se anunció que ya no podía seguir cantando, pero que actuaría el papel, mientras desde un costado cantaría Carlo Guelfi, que estaba ensayando para Aida pero había aceptado participar de emergencia. Una situación increíble, y que condicionó bastante la función. Ver a este señor mover la boca algunas veces sí y otras no, mientras el sonido venía de otra parte,era un tanto grotesco.
De Mattila y Álvarez sólo puedo decir que son una señora soprano y un señor tenor. No sé si la primera está en su mejor rol y si el segundo está en su mejor momento, pero desde que abren la boca por vez primera se da cuenta uno que son grandes cantantes.
En la parte actoral se presentó otro "accidente", y es que a pesar de que en pantalla doña Karita me había parecido muy solvente, en vivo se notó un poco torpe a la hora de espetarle el "muori, muori" a Scarpia, lo que provocó que del Family Circle se escuchara una sonora carcajada, que pronto encontró eco en varios sectores del teatro. Con la mala suerte que justo en esos instantes se dé un silencio en la música, por lo que el momento supuestamente tan serio casi termina en pachanga.
Otros accidentes incluyeron tremendo azotón de Spoletta al bajar una escalera y el final: la idea era que a la hora en que Tosca se está aventando su clavado se apagan todas las luces. En la primera función salió bien, pero en la segunda resultó que apagaron todo unos segundos tarde, con lo que se veía que un monigote con la silueta de Floria desafiaba la gravedad y se quedaba colgado.
Antes de pasar a lo importante (las operas mozartianas
) , un pequeño resumen, que espero sirva a los que no hayan ido para allá pero lo estén planeando, sobre las tiendas de discos.
Con la desaparición de Virgin y los Tower Records, la opción "grande a lo bestia" que queda es J&R en Park Row, que tiene la mejor sección operística de la ciudad. La libreria de Julliard, en un espacio reducido, casi claustrofóbico, tiene muchas cosas, tanto montones de libros como cds y dvds. La tienda del Met en cuanto a discos me decepcionó un poco. De que se encuentran cosas se encuentran, pero está lejos de tener un surtido completo. Por ejemplo, ni un mísero disco de Schipa. Su gran atractivo, claro, es la gran variedad de souvenirs: playeras, plumas en forma de batuta, binoculares,tazas, rompecabezas, unos libritos ilustrados de la Flauta Mágica que caben en la palma de la mano... Mención especial merece Academy Records, típica tienda de discos newyorkina en donde se venden cosas nuevas y usadas(de lo que llevo hasta ahora revisado, todo en buenas condiciones), por 2 dólares te puedes llevar algunas maravillas. Barnes&Noble, francamente discretito. En cuando a vinilos está Westsider recordings, que me ganó desde que entré y tenían Cosí fan tutte a toda maquina y el empleado cantaba las partes de Guglielmo.
Como curiosidad común a todas las funciones, al terminar , en la estación del metro un músico toca temas del día, en versiones al saxofón o a la flauta ("non so piú","e lucevan le stelle","Ein Mädchen oder Weibchen"). Algo más pintoresco fue encontrar un chino en Grand Central cantando con su karaoke "non piú andrai", en la pared que tenía atrás estaba colgado un letrero muy estilizado con su nombre, no fuera que alguien lo quisiera contratar.
Apresurando el paso, Bodas de Fígaro:
Empezando por lo mejor, Emma Bell, la condesa. A esta fue a la única que braveé en toda mi aventura yankee. Maravillosa. La forma en que nos susurró la parte final del "Dove sono" es algo que no había yo escuchado nunca en teatro. También merecerá crédito la tremenda acústica del recinto, pero fue realmente glorioso como ese susurro se iba alzando y acababa inundando todos los rincones de un lugar tan grande. Además de eso, me pareció una cantante llena de sutilezas y con un timbre agradable.
También muy bien la Cherubino Isabel Leonard. A la vez tierna y pícara , es lo que se espera de un
paggio.
Al Fígaro John Relyea le conocía de un discreto pero cumplidor Masetto desde el mismo Met. Siguió en en esa línea.
Con la Susana, Danielle de Niese, hay tela de donde cortar. Mi Susanómetro, método científico para evaluar susanas me dice que para dar una nota aprobatoria tiene que suceder algo: para el final de la función uno debe estar perdidamente enamorado de ella. Ya debe haber un cosquilleo en el primer acto, pero después del "Deh vieni" tiene que ser ya algo desproporcionado e irreversible. Pues bien, esta Susana no me enamoró... y vaya que está inusitadamente buena.
Pero también debo decir que con los comentarios leídos en el foro sobre ella me esperaba algo mucho peor, algo mucho más desastroso. No fue así, incluso si corrige algunas cosas como la manía de pronunciar algunas s como shh cuando no viene a cuento ("coshhha stai mesurando caro il mio figaretto")creo que puede ser cumplidora en los primeros 2 actos.
La categoría de desastre la dejamos para Bo Skovhus, el conde. Diría más pero estaría siendo malagradecido con él: después de todo , por fin me hizo entender lo que significaba la expresión esa de "tragarse la voz".
En resumen, un reparto irregular, pero ya si se habla de muy buenos Contessa, Cherubino y Bartolo y correcto Figaro más, sobre todo, una orquesta tremenda, el balance es bueno. Escuchar a una orquesta de ese nivel es algo revelador, la cantidad de cosas que te pueden enseñar de una obra es increíble.
Para terminar, algo sobre "La Flauta Mágica". Sí, ese montaje en que Tamino parece Madama Butterfly, el Papageno parece rapero(su glockenspiel está de hecho diseñado como un radio) y la escenografía, por momentos incluso cutre, parece más de una discoteca, digamos el "Sarastro's" ( en mi pueblo no se ven ni remotamente producciones así, pero para el segundo día yo ya me sentía de primer mundo y me había vuelvo exigente
). Lo más molesto, todo lo anterior me pudo incluso hacer gracia, fue lo ruidoso de la producción, que en "In diesen heil'gen Hallen" alcanzó cotas deplorables. Se escuchaba más el movedero de escena que a Sarastro. Y no un par de segunditos sino todo el tiempo.
En cuanto a los cantantes, no me podré quejar mucho siendo que la mejor Reina que había visto en vivo era una niña de 14 años.
Me pareció que Erika Miklósa, sobre todo el primer día , en su primer aria se reservaba para poder dar todo en los agudos finales. Y lo dio, lo mismo que en los de "Der Hölle Rache", no pifió ninguno ninguna de las dos funciones. Correcta königin pues, lo cual ya es mucho decir, claro.
Bien el Papageno de Christofer Maltman, el Don Giovanni de la "curiosa" producción de Salzburgo el año pasado. Símpatico como tiene que ser pero además bien cantado. La Pamina era una de estas cantantes locales a las que les gusta promover. No lo hizo mal. El Tamino...no sé yo,no me terminó de convencer, pero fue muy celebrado en la sala. El Sarastro sin la voz imponente que uno esperaría, pero con buenos detalles.
Como conclusión: para alguien acostumbrado a una ópera tercermundista, conocer lo que se hace en un teatro como el Met siempre será una tremenda experiencia. No totalmente esperado, pero la principal diferencia no son siquiera las producciones fastuosas o el teatro lujoso, sino la forma integral de abordar la ópera: la ya mencionada preparación de la inauguración (se me pasó quizás mencionar que para la ocasión también prepararon una exposición ,
Something about Mary, de retratos de la Maddalenna), la gran cantidad de conferencias (había una serie sobre las mujeres en Strauss y Mozart...aunque admito que no fui a ninguna
, que no sólo de ópera vive el hombre y NY tiene muchas, demasiadas, cosas que ver), la espectacular biblioteca de "performing arts", los conciertos gratuitos en verano, en fin, la forma de ofrecerle infinidad de opciones a la gente para realmente tener un buen acercamiento al género. Si luego gusta o no gusta será cosa de cada uno, pero por facilidades no va a quedar.
Hey, ¿alguien sigue ahí?