Breve crónica de lo visto ayer en el Liceo:
Valoración general: muy buena.
Lo mejor: Stemme, Brubaker, la orquesta/director y la producción.
Stemme: primera vez que la escuchaba. Me esperaba una voz más resuelta, que no se quedara tan atrás en los graves, más homogénea. Pero esos agudos lo compensan todo, y su entrega escénica y su compromiso con la producción son de envidiar. Para Salome prefiero una voz más aniñada y cristalina, más ligera, con un toque más caprichoso y con más lujuria, menos aristocrática. Por eso, sienido arrolladora, hay matices que se les escaparon, sea por exigencias de la producción, sea por su naturaleza vocal.
Brubaker: genial Herodes, repulsivo hasta la náusea, como a mí me gusta. Y además cantado, no declamado. Muy inteligente como intérprete, y vocalmente lo dio (casi) todo.
Henschel: qué crack. No os podéis imaginar las carcajadas que me produjo verla rodar borracha con ese vestido rojo brillante, como un adorno navideño. Vocalmente estuvo muy bien, pero no hay palabras para definir lo bien que encarnó la propuesta de la producción en torno a Herodías. Genial.
Delavan: ni tan mal como lo habían puesto anteriores críticas, ni tan bien como para dejar un sabor de boca redondo. El problema básico es que se trata de una voz mal resuelta: torpe pasaje, guturalidades innecesarias, agudos muy atras. Todo ello repercute en un abanico muy reducido de recursos vocales y en un fraseo más bien plano. Hubo buenas intenciones pero si la voz no acompaña, no es posible redondear la faena. Digamos que fue correcto, sin más.
Orquesta y dirección musical: Boder optó por una lectura más bien camerística de la partitura de Salome (alla Karajan, por entendernos). El resultado fue muy bueno, notándose un esfuerzo por trabajar a fondo las cuerdas y el viento metal, que por vez primera desde que he visitado el Liceo no tuvieron pifias. El resultado fue muy bueno. Tuve la sensación de que el Liceo, por fin, tenía una orquesta a la altura del teatro.
Dirección de escena (G. Joosten) y escenografía (M. Zehetgruber): muy interesante. Os explico por qué me pareció así. En primer lugar porque se trata de una producción con una propuesta, algo de agradecer dado el título que se escenifica y dada la tendencia, demasiado habitual en torno a Strauss, de hacer producciones que no pasan de servir un decorado creíble. En este caso, no hay nada de eso: no se busca verosimilitud sino ahondar en la trama de Salome, sacarle punta. Como veréis, eso supone acertar en algunas cosas y sacrificar algunas otras. Pero es el precio que debe pagar una producción que se arriesga y propone una lectura singular.
La primera novedad radica en Narraboth: Salome acaba, directa y explícitamente, con su vida. En la ópera del mes comentamos a fondo el rol que desempeña Narraboth como víctima de las irreverencias y caprichos de Salome. A menudo este nexo, esta condición de víctima, debe el espectador asumirla por su cuenta. En esta producción, un disparo desafortunado hace que Salome termine con Narraboth en escena. Me parece acertado.
En segundo lugar, interesante la propuesta de bajar el telón una vez que el Bautista se recoge de nuevo en la cisterna, y hasta que Herodes aparece en escena. Se trata de casi cinco minutos de música orquestal de primera, que a veces se pasa por alto con movimientos escénicos que no llevan a ninguna parte. Aquí, se baja el telón, se ilumina de nuevo sobre el foso y se aprovecha para cambiar la escenografía para la escena siguiente del banquete de Herodes. El resultado es muy bueno: el teatro se fija de lleno en esa música, que tiene, como todo Strauss, algo de hipnótico. Es un momento muy bueno para terminar de captar al público en torno al drama. También me pareció acertado.
La última clave de la producción radica en la escena de la danza de los siete velos y en la relación entre Salome y Herodes. En lugar de una danza de Salome, ésta recurre a un video casero donde se proyectan los recuerdos de su infancia y se señala la pederastia de Herodes.
G. Joosten lo explicaba así en una entrevista concecida al diario ABC, el sábado 13 de junio: "Salomé es una chica que crece rodeada de violencia y asesinatos, nunca ha conocido una relación basada en el amor, por eso se siente con el derecho a exigir para sí la cabeza del Bautista. Pero también hay otra historia, la del amor secreto entre Salome y su padrastro, Herodes, algo que queda mucho más claro en la obra de Wilde que en la de Strauss. Por eso en los nueve minutos de música sinfónica de la danza final de Salome, lo que hacemos es descubrir ese secreto. En lugar de hacer un strip-tease o que baile la soprano, revelamos ese secreto, el de un Herodes abusando de una niña, Salome. Y esto se hace recurriendo a imágenes, a una película «casera» filmada en 16 milímetros y sin editar (con la hija de Nina Stemme haciendo de una infantil Salome) del realizador Claudio Pazienza. Evitamos la danza y nos centramos en una película que Salome muestra a los invitados a la fiesta en la escena final, escandalizando a todo el mundo. En ese momento ella deja de ser una niña y pasa a ser una mujer".
La propuesta es muy interesante y acertada. Funciona muy bien hasta que termina la escena e interviene Herodes diciendo aquello de "Ah! Herrlich! Wundervoll, wundervoll!". Lejos de un Herodes escandalizado y avergonzado por lo que se acaba de revelar, el libreto nos pone ante un Herodes encantado por la danza de Salome. Ahí chirría la propuesta con el libreto. Y por eso no termina de funcionar la propuesta, aunque sus intenciones sean muy interesantes. Resumiendo: muy buena propuesta, incluso a pesar de no funcionar del todo.
Y por último, otros detalles de la escenografía muy apropiados: el banquete de Herodes junta en la mesa a judíos, cristianos, poderosos, gentes de todas razas... en fin, escenifica los vicios y excesos que no conocen diferencias de fe o de raza. Se podrá estar de acuerdo con la propuesta o no (no lo valoraremos dados los límites del foro
) pero la propuesta tiene su interés. Por otro lado, en ese banquete, además de la caracterización de Herodías como señalaba más arriba, Herodes aparece caracterizado como Karl Lagerfeld, el modisto alemán. Pero clavadito, eh. También me pareció un guiño acertado.
Resumiendo: disfrute un montón.