Crítica del "Málaga hoy"
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Jenufa entre las brumas de la crisis
Fernando Anaya | Actualizado 10.05.2009 - 05:00
¿También llegó la crisis a los escenógrafos que este año pasan por la temporada lírica del Teatro Cervantes? Indudablemente, y visto lo visto, parece que sí. La verdad que uno se queda sin palabras ante la simpleza casi insultante que Michael Tarant propuso para esta segunda entrega, dentro del trío lírico programado. Tampoco se piden los planteamientos de las versiones más metafóricas como las recreadas en octubre de 2005 en el Teatro Nacional de Praga, o la de Tambosi en el Liceo ese mismo año; o inclusive, ir más allá en lo psicológico, como en la de Bayerische Staatoper de abril de este año. Personalmente me conformo con aquellas que se ciñen en lo posible a dos preceptos fundamentales: el libreto y el verdadero trasfondo de la historia. ¿Tan complicado es? No, les aseguro que no, incluso con medios modestos. Paseen por Internet.
Ante el debacle escenográfico, donde la gran puerta central se abre y se cierra sola por doquier para mostrar aparentes ideas de la trama, el supuesto interior del dormitorio deja entrever el exterior y la salida de los personajes de la escena, se coarta el movimiento de los personajes favoreciendo las aglomeraciones y los paseos de un lado a otro, la nieve sólo cae sobre dicha puerta y la niebla sale por la derecha, entre otras lindezas, la música fue la fiel adalid de esta causa que, por momentos, pareció perdida.
En el terreno de los solistas, el papel destacado se confirmó en Agnes Zwierko. La mezzosoprano, avalada por la buena acogida que tuvo su Jenufa de 2007 en la Scala de Milán, fue la garantía de un dramatismo correcto en poderosa y versátil voz ante su papel, y en momentos como Así, durante más de veinte años y con notable realce en Un instante. No se trata de la mítica Anja Silja pero supo defender con brío el rol asignado, inclusive en esos registros graves en los que otras suelen fallar. Le faltó mayor verismo, al igual que a la producción en sí.
Por su parte, Elena Prokina se quedó en discreto lugar ante una correcta interpretación fundamentada en su escaso volumen de voz y una parca recreación de su personaje. Michael Hendrick destacó en los números de conjunto, como en el trío del final del primer acto y, sobre todo, en la tercera parte, subrayando el dúo final Se han id, ante los ajustados agudos de Miroslav Dvorsky. Del resto del elenco, en buena ejecución de sus respectivos papeles, destacó el barítono José Manuel Díaz en voz corpórea y sólida ante su Cierto, es tan hermosa.
Sin embargo, los verdaderos artífices de realzar esta empresa estriban en dos pilares: el Coro de Ópera por sus vibrantes números grupales, como el concertante Toda joven pareja y las intervenciones del tercer acto; y por otro lado, la Orquesta Filarmónica de Málaga, con las bellas intervenciones de Sestakova en los momentos solísticos del violín, bajo la batuta de Von Dohnányi, al cual se le agradece el empleo de la versión Mackerras-Tyrrel (editada por Universal).
Crítica de "La Opinión de Málaga"
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La solidez de la tradición
09-05-2009
FRANCISCO MARTÍNEZ MÁLAGA Ya se sabe que la calidad no se improvisa. Tampoco la tradición, que imprime carácter. Herederos de aquel mítico Teatro Estatal de Praga donde Mozart estrenara su ´Don Giovanni´, donde Smetana y Dvorák irían ahondando su querencia nacionalista y por donde habrían de pasar los mejores del siglo XIX, a los músicos y los cantantes checos los nutre una savia fuerte. Bohemia fue desde el siglo XVIII una importantísima exportadora de talentos, y ese fondo se nota.
Pues bien, la solidez y la homogeneidad del elenco, la profesionalidad sin fisuras ostensibles, el sostenimiento de una muy buena media (ésa que salva y encumbra a los países de más honda tradición musical), todo eso es lo que pudimos disfrutar el viernes, aplicado aquí a la recreación de una página en la que el componente étnico no es reo de localismo, sino garante de universalidad.
Y es que ´Jenufa´ (1903) es uno de los grandes hitos del teatro musical del siglo XX, en la misma línea de excelencia del ´Wozzeck´ de Berg o de ´El mandarín maravilloso´ de Bartók. Por argumento, por intensidad, por vocación, es una ópera cuasi expresionista. Convirtió a un Janácek de 62 años en héroe de la ópera nacional de su país (a partir de su presentación, en 1916, en el Teatro Nacional de Praga), la primera obra en la que los frutos de sus estudios en música popular se hicieron manifiestos. Aquí está ya en acción su teoría de la "melodía hablada" (que lo acerca a Mussorgsky), su fe en la música para reproducir "las curvas melódicas del lenguaje", que alumbró en él la creencia de que el canto podía "mostrar de manera inmediata a un ser humano en una fase concreta de su existencia".
En el buen hacer general de la producción quisiera destacar en primer lugar a Michael Hendrick (Laca) y Agnes Zwierko (Kostelnicka). Al primero por su potente capacidad histriónica, a la que acompaña una vocalidad poderosa y flexible. A la segunda por su dominio de un rol que es la falla de transgresión y locura que atraviesa toda la obra (Kostelnicka es la infanticida): una mezzosoprano con jugosos ribetes oscuros de contralto.
La ucraniana Elena Prokina fue una Jenufa solvente, creíble, capaz de revelar a la vez la fuerza y la fragilidad del personaje, aunque adoleciera en ocasiones de esa falta de proyección por la que quedaba desleída. Miroslav Dvorsky dio bien la medida del inconstante y frívolo Steva, con una presencia actoral desenvuelta.
La dirección de escena de Michael Tarant nos pareció adecuada para transmitir el poderoso sabor étnico de la obra (esa etnicidad esencial que da a Jenufa credenciales de tragedia griega), mientras que la musical de Oliver von Dohnányi encauzó plausiblemente la orquesta obsesiva, violenta, fustigadora de ´Jenufa´, pero también la que cristaliza en zonas de timbre como un ópalo, unas veces angélico, otras veces ominoso e infausto.
Ricardo Ocaña fue el seguro rector de la coreografía, y las malagueñas Lourdes Martín y Mª Lourdes Benítez contribuyeron indudablemente a las muchas bondades del resultado global. Su magnífico esfuerzo, como el del coro, es tanto más encomiable cuanto que ha exigido la aclimatación a un hábitat lingüístico tan ajeno como el idioma checo.