La Katiuska que está estos cuatro días en Madrid es bastante dicotómica: por un lado está la parte cómica, bastante bien lograda para lo que suele ser habitua, y por el otro lado la trama romántica principal, etérea y alienada, y que no casa con la anterior parte ni de coña.
Es como ver dos zarzuelas distintas mezcladas.
Y es que Sagi ha condensado los dos actos en uno, ha eliminado diálogos de gracietas obsoletas y parte también del texto de la trama principal, que queda como un sueño absurdo, como la historia de una diva del celuloide alienada viviendo una aventura glamourosa pero irreal.
La entrada de Katiuska es fantástica: lentamente va andando entre escombros y se quita un abrigo de lentejuelas con un cuello de plumas extendiendo los brazos como si fuera Gloria Swanson en Sunset Boulevard, mientras el tenor está cantando. Divina, absurdamente divina. El problema está en que se queda ahí. A partir de ese momento parece que va como atontada. Su parte de la historia transcurre tan rápida que se intuye más que se ve. Que creo que es lo que el director pretende, que Katiuska viva una ensoñación. El problema es que luego te canta la canción de que vivía sola con su abuelita y te rompe todos los sueños posibles. Y es que el texto katiuskeño tiene tela marinera.
Afortunadamente la música de Sorozábal es una maravilla y se zampa todos los momentos bochornosos del libreto, que son muchos. Las romanzas del trío principal son de una belleza tremenda, y el dúo de amor "somos dos barcas" a mí me parece de lo más inspirado del género zarzuelero, siempre me ha emocionado
Emoción es lo que le ha faltado a la Katiuska. Se ha quedado todo en un "ay qué mono", pero poco más. Sin embargo, la trama cómica ha agradecido los cortes y se hace ágil, comprensible y divertida, pese a algunas limitaciones vocales ya conocidas.
Y es que allí estaba Trinidad Iglesias actuando como ella sola y sacándole todo el jugo a su Tatiana. Un diez. Y sus acompañantes cómicos han estado como se debe estar: graciosos sin pasarse.
Jon Plazaola tiene una de esas voces de tenor ligero no muy grandes pero cantando con mucho gusto y pronunciando a la perfección. Además, para lucirse, se ha pegado un agudo de esos de alargo el calderón todo lo que pueda, que ha arrancado una ovación. Por mí, perfecto para el papel.
Ángel Odena se ha salido como Pedro Stakof. Si en alguna incursión operística no me ha convencido nada, aquí sí. Timbre, volumen y extensión de sobra.
Maite Alberola tiene una voz bella y potente, pero yo creo que no tenía buen día. Sólo en la "Noche Hermosa" me ha sabido transmitir la delicadeza. Y además nos ha escamoteado el agudo de la luna que cierra el primer acto (lo siento, uno está acostumbrado a los discos, qué se le va a hacer). Me ha sorprendido porque había leído referencias muy buenas de ella en este papel, y no la he visto en plenas condiciones.
Coro y orquesta bastante bien, saliéndose del pachín pachín habitual en el teatro Español cuando hay zarzuela y logrando momentos culminantes como el del final.
¿La dirección escénica? Pues con momentos muy logrados (la entrada de Katiuska, el baile de botas Katiuskas, el concertante del final del primer acto...) y otros desperdiciados (el A París me voy ha sido muy ramplón).
Me ha gustado, pero me esperaba más. Ya ves, incluso diría que disfruté y me emocioné más viendo hace años la producción de (anatema) José Luis Moreno, siendo una versión mucho peor y con momentos de auténtica vergüenza ajena.
Mi novio también se esperaba más. Le ha gustado, pero le ha faltado intensidad. No obstante, al final ha dicho que "para once euros está muy bien y no cantan con micrófonos como en los musicales de la Gran Vía". Y es que, señores, los precios en el Teatro Español son bastante asequibles y se ve bien desde casi todos lados.
No sabría si recomendarla o no. Muscialmente muy bien, y una oportunidad de oro para ver algo que no se representa todos los días, pero ojo, hay que ir sabiendo a lo que se va.
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