El debate sobre el histrionismo de Bartoli está perdido y siempre salen las mismas ideas. Además, se queda en un plano totalmente superficial, sobre todo teniendo en cuenta que el repertorio de anoche era el más adecuado para la panoplia de recursos expresivos de Bartoli. Podemos hablar de inadecuación cuando lo aplica a otros repertorios (honestamente, sobran dedos de una mano para contar esas ocasiones), pero en estas canciones sólo se le puede achacar que al espectador le moleste más o menos.
También me permito reflexionar sobre lo mucho de generacional que suele haber sobre los juicios a Bartoli. Es una cantante difícil de encajar (por repertorio, por estilo, por programación de la carrera, por recursos expresivos...) con ningún molde de la historia de la música grabada. Por eso repele a muchos. Y por eso atrae a otros, entre los que me incluyo. Es sorprendente el inusualmente alto porcentaje de jóvenes (entusiastas en general) que había ayer en el Real (además teniendo en cuenta que, creo, no había entradas de última hora, por ser un espectáculo fuera de temporada). Bartoli conecta con otro tipo de espectador, y eso también hay que tenerlo en cuenta.
De mil veces que escuchara la Regata Veneciana (Dios no lo quiera), me dormiría en 999. Excepto la vez que la cantara Bartoli (que esta pieza le guste tanto a mi querido WAM lo clasifico en el terreno de las perversiones, que todos tenemos y que nos hacen más humanos e interesantes
). El repertorio de anoche no me gusta (salvo un par de piezas que son magníficas, entre las que incluyo la "indigna" Havanaise de Viardot
), pero es perfecto para una Bartoli que sabe llenarlo de matices, que no deja de sorprender (cada "ay" de la Canzonetta Spagnuola es diferente). Ella vive la música y la hace vivir, y eso está para mí por encima de toda consideración.
Pero más allá de eso (que para mí es lo esencial, que un cantante me haga vibrar sin descanso durante dos horas), podemos hablar de técnica si queremos. Partimos de que a veces es molesta su poca homogeneidad en los registros: Agudo a veces demasiado atrás, grave coloreado con plastidecor. Si aceptamos eso (lo único en lo que le gana Berganza, además de en esa emperlada y tan admirada elegancia que tenía la madrileña), lo demás es deslumbrante. Un juego variado, fácil y, sobre todo, expresivo de dinámicas; un legato impecable; una coloratura que raya la perfección (en esto estoy totalmente en desacuerdo con WAM), precisa y endiablada; un centro perfectamente colocado, más oscuro de lo que me parece en disco, ancho (para lo que es ella) y perfectamente proyectado. Porque si queréis, también podemos hablar de volumen. Sin orquesta y con concha, bien, pero su volumen cuando canta cómoda y del todo colocada no es menor al de Joyce DiDonato, por citar un ejemplo de esta temporada y de parecidos recursos vocales.
El histrionismo,el abuso del carisma y las castañuelas y zapateos forman parte del espectáculo. Ella organiza su recital en dos partes, ambas en crescendo. Si entras en el juego, acabas disfrutando como un enano, como yo lo hice.
Bueno, ya está, ya he dicho dos o tres cosas que me apetecía decir
Tenía muchas ganas de verla y me encantó. Una voz puramente italiana, que maneja a placer
todos los campos técnicos del canto clásico. Y además (y construido sobre ello, no como otros), una especial capacidad de conexión con el espectador, una especie de encantamiento que me atrapó por completo (iba a decir "me pegó a la butaca", pero estaba de pie
). Porque la música es comunicación y es energía, y ayer Bartoli fue generosa con ambas.