@lm@viv@ escribió:
Comenta que no se produjo pateo salvo en los estrenos. Supongo que si el responsable escénico sólo sale a saludar en la "prima" es lo normal que sólo se le abuchee allí, ¿no?
En este caso la responsable salió a saludar también en la cuarta función, con el segundo reparto, y no hubo ni de lejos tanto abucheo. Se nota bien la diferencia de público, con un alto porcentaje de gente novel que acude con ilusión a ver su primera ópera a precios asequibles.
Por cierto, que se rumorea que puede llegar a instaurarse la costumbre de salir a saludar en la función que no es de abono, visto que no tiene por qué ser el público de la primera función el que decida qué se patea y qué no. Aún recuerdo cuando, en un arranque de ingenuidad, pregunté en mi primera ópera si el público de la primera pagaba más que el resto, vista la frialdad y racanería de aplausos que les caracteriza independientemente de lo que se les ponga delante.
Es cierto que la escena no entusiasmó, y para mi gusto tenía fallos clamorosos y evidentes y no necesariamente por ser moderna sino por todo lo contrario: estatismo, provocaciones infantiles y gratuitas y si sustituyes la gogotera por una roca de poliespán tienes como antaño al tenor cantando un aria con la pierna encima y subiendo una mano. Pero también es cierto que hay más expectación en el recibimiento a los directores de escena que en aplaudir a los que se han dejado la voz sobre el escenario, que hay una claque predispuesta a bravearlo todo y otra a defenestrar hasta al apuntador. Creo que si de verdad tuvieran interés en mostrar su disgusto deberían dejarse de taconeos y zapatazos de verduleras y rufianes de baja estofa y abstenerse de aplaudir. Le están dando al director de escena exactamente lo que quiere, y que se aprecia en las palabras de Carmen Castañón al periódico el otro día: que se hable de nosotras, aunque sea bien. Os aseguro que el bajón de aplausos que recibió Ódena al estreno fue mucho más doloroso que toda la tanda de pitidos y gritos
Cambiando de tema, personalmente me gustó mucho más el segundo reparto, con la única diferencia de Bea, a la que Fabiola tenía muy difícil superar (por cierto, con problemas de vestimenta que despertaron a los señores si es que les había entrado cierto soporcillo
). Mención especial para Carmen Solís, que debutaba no sólo en el título, sino en su primer gran papel con uno de gran complejidad y que sacó adelante con muy buena nota. Al tenor el papel le quedaba evidentemente grande, pero prefiero cien veces las ganas y entrega escénica que un rey que no sabes si está muriendo o si le ha dado ardor de estómago
Bien la Ulrica de Mabel Ledo, aunque tiene una voz quizás demasiado dulce y elegante para un rol que creo que es perfecto para la típica soprano venida a menos por la edad. Y bien también Franco, mucho más elegante que Ódena en el papel de Renato. A esto es a lo que me refiero cuando hablo de hacer cosas dignas, para lo que no hace falta gastarse ni cobrar muchísimo dinero.
En conjunto una velada muy aplaudida por un público que no viene ya cabreado de casa sino dispuesto a disfrutar de lo que le expongan, y emocionante para un reparto joven y con poca experiencia, que se habrá llevado un grato recuerdo de nuestra ciudad.