La apoteosis de la ópera barroca
Da gusto ver como en esta santa villa poco a poco se empieza a programar barroco con cierta regularidad fuera de las hechuras del Festival de Música Antigua. El sábado por la noche pudimos disfrutar con Giulio Cesare de Händel, acaso la ópera barroca más conocida y más querida por el público, en general desconocedor de esta época de la historia de la lírica.
Me encanta el barroco. Me apasiona su formalismo unido a la música tan brillante e inteligente. Por eso no pude sino disfrutar de la representación, teniendo en cuenta además que fue, a mi juicio, una de las funciones más brillantes que he presenciado en Sevilla. Muchos fueron los factores que contribuyeron a ello.
El primero de ellos, la obra. Händel supo volcar en esta obra todo su buen hacer como operista, componiendo algunas de sus páginas más célebres. Es una obra con una estructura clara en base al esquema aria-recitativo-aria. Sin embargo ya asistimos a la progresiva disolución de la forma que se va a producir en la obra de Händel, y que tiene como máximo exponente su Serse. De esta forma tenemos bellos recitativos acompañados, como el del personaje de César Alma del gran Pompeo, o hermosos dúos como el Son nata a lagrimar, entre Cornelia y Sesto.
El segundo de los factores fue la orquesta. Una Orquesta Barroca de Sevilla en estado de gracia. La OBS es una formación a la que personalmente tengo mucho cariño, ya que en sus conciertos me han acercado a repertorios a los que en su día era ajeno y que hoy en día forman parte de mi bagaje musical. El conjunto demostró la noche del sábado su ya conocida valía bajo las órdenes de Andreas Sperring, que obtuvo de la orquesta un sonido brillante y flexible, con unos tempi que jamás pecaron de desajustados. Especial mención merecen los instrumentos solistas en arias como Va tacito o Non è si vago e bello.
El tercer factor fue la puesta en escena. Si señor, la tan denostada por algunos puesta en escena. Como ya he dicho alguna vez, mi única vara de medir a la hora de juzgar una producción es que me parezca inteligente y que tenga coherencia interna. A diferencia de muchos que critican la producción de Wernicke, yo asistí al Maestranza con los deberes hechos: había visto el DVD del Liceo. De esta forma sabía lo que iba a ver, y que lo que iba a ver me iba a gustar. Pero mis expectativas fueron sobrepasadas, porque es una producción que gana muy mucho en directo, en cuanto a iluminación y a efectividad. Sinceramente, entiendo poco las críticas vertidas a una producción que es de todo menos agresiva. Basada inteligentemente en una plataforma con la forma de la piedra de Roseta, presenta un mundo como el de la ópera barroca, de héroes y villanos arquetípicos, de otra forma, con un toque de desmitificación. De ahí los elementos con un cariz cómico. Por otra parte, no me pareció una producción que careciera de la ya mencionada coherencia interna. Contra ella se pueden blandir dos tipos de argumentos: el clásico “no me gustó” “me pareció fea”, contra el que nada se puede decir, salvo que ese tipo de producciones, de corte germánico, no suelen buscar eso. El segundo tipo de argumentos es de tipo musical, y es en los que yo coincidiría. Cortar a estas alturas arias como el Da Tempeste es un sinsentido, y si bien la iniciativa de incluir arias de otras obras de Händel es loable por pretender situarnos en una práctica muy habitual en el contexto histórico de composición y representación, puede dar lugar a confusión.
Y el cuarto factor fueron los cantantes, a los que trataré de forma separada:
Lawrence Zazzo: Grandísimo César. Lució una voz muy bella, segura en las agilidades que presenta el rol. Pero donde se hizo patente la talla del artista es en momentos como el recitativo acompañado Alma del Gran Pompeo o en arias como el Aure, deh, per pietà, de gran delicadeza, donde el americano hizo gala de una gran expresividad y de un enorme control de la respiración. Por otra parte, el que esto escribe estuvo sentado en Paraíso y no tuvo ningún problema en escuchar a Mr. Zazzo.
Elena de la Merced: Estuvo muy pero que muy bien. Dentro de sus posibilidades, que son muchas, hizo una Cleopatra excelente, aunque algo apurada en las coloraturas. La valenciana exhibió esa voz tan bonita que tiene, tendente al grito en algún momento pero que la intérprete supo controlar en todo momento. A destacar su registro sobreagudo, amplísimo.
David Hansen: Junto con el Sesto, lo más discutible de la producción. Es un intérprete raro, pues posee una de esas voces tan raras de contratenor más central, en la línea de un Bejun Mehta. Sin embargo, es capaz de subir al agudo sin problema. Junto con esto, es reseñable su interesante sentido del da capo, pues los ornamentó de una forma muy interesante. Sin embargo, ay, es una voz pequeña en exceso. Escaso de volumen, le costaba sobreponerse a la orquesta. Interpretación quizás excesivamente caracterizada.
Lola Casariego: Mal, no me gusto nada. Incapaz de darle matices al personaje, se paso la obra cantando en un mediocre mezzoforte, llegando a desafinar un par de veces. Como Hansen, escasa de volumen.
Marina Rodríguez-Cusí: Encantadora Cornelia, hizo olvidarme de la antipatía que siento por el personaje. Una voz oscura, no oscurecida como tantas. Y una gran elegancia en el canto. Que siga esta señora por estos repertorios.
Los demás, entre la corrección de David Sagastume y Pau Bordas al horror de Frontal como Achilla.
Que más puedo decir. Que fue una gran noche, por muchas razones. Y que este año la temporada del Maestranza está pisando fuerte, lo cual me alegra mucho.
Postdata incómoda: Me resultan sorprendentes la quejas en cuanto a la duración de la obra. A ver, que pasa, ¿Qué no sabe la gente a qué ópera va? Este tipo de cosas me dejan perplejos. La gente ni sabe de qué ópera se trata ni si le va a gustar o no. Pues para eso que se queden en casa, que quieren que les diga. A estas cosas se va con los deberes hechos, sabiendo qué clase de obra van a escuchar al menos. Pero escuchar quejas sobre que si es un rollo o si es muy larga me parecen ridículas. Pues quédese en casa señora, que nadie obliga a acudir, que yo sepa.
Además en este caso se podía hasta conocer con antelación la producción gracias al DVD del Liceo, pero como eso de hacer los deberes es mucho trabajo, siempre es más fácil ir al teatro sin tener ni idea, despotricar de lo visto y después ver la enésima Traviata de Zefirelli. Como diría Forges, país…
Última edición por _Sharpless_ el 24 Nov 2008 20:35, editado 1 vez en total
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