El Conde en la Luna escribió:
Tengo que aclarar que (a tenor de lo visto y oído hasta ahora) si esto es lo mejor que saben o pueden hacer en cuanto a programación y cantantes, mejor harían los dirigentes de la opera de Oviedo en “orientar su vocación por otros caminos” ayer había bastantes sitios libres y no es la primera vez que esto sucede, al terminar el evento, escuche algunas quejas de espectadores con respecto tanto a la programación en general como al nivel de los cantantes, quejas que comparto, no me gusta la línea de programación y mucho menos los cantantes, pero esta directiva recibió el apoyo de los socios en las ultimas elecciones y tienen todo el derecho del mundo a programar como les parezca y a contratar a quien quieran o a quien puedan, exactamente el mismo derecho que tengo yo para decir que no me gusta.
Pues si, tienes todo el derecho a decir lo que te plazca y más a decirlo así de bien. De todas formas, no me deja de sorprender que las apoyaturas de la argumentación sean los "sitios libres" y "algunas quejas de espectadores con respecto (...) a la programación en general" porque las considero de escaso peso. Trataré de justificar mi posición no dando una respuesta a tu comentario sino aprovechándolo para reiterar argumentos ya conocidos.
Una temporada de ópera tiene que programar ópera y esto, que parece una perogrullada, se convierte casi en una reivindicación revolucionaria cuando se nombran obras como
The rake's progress, por ejemplo.
Siempre me ha asombrado que en una temporada de ópera los mismo aficionados seamos los que reivindiquemos la eliminación de la posible programación de la mayor parte de la ópera. Unos, porque no aguantan el barroco, otros porque no pueden con Wagner, otros porque el siglo XX les da sarpullidos, al final parece que hablamos de crear el Festival de Ópera del Siglo XIX en Italiano y Suficientemente Conocida por Cualquiera con melodías Silbables.
Ningún arte es tan autodestructivo como la ópera -o sus aficionados- con su programación. Hemos excluído historicamente ópera de gran calidad de nuestros teatros hasta crear ese monstruo que se llama TRADICION, a través del cual podemos perpetrar actos casi delictivos como el de llamar a esta obra de Stravinsky "ópera contemporánea". Y me pregunto yo, ¿por qué si
La consagración de la Primavera es escuchada y programada sin discusión alguna en los ciclos sinfónicos no lo puede ser esta obra?
Me sorprende que mientras en otras artes el siglo XX está presente con cierta naturalidad, admitiendo como así es que hay obras mayores y menores, sin embargo en la ópera se reivindique la castración como forma de satisfacer el gusto de personas alimentadas exclusivamente en base a la mencionada "tradición".
Esto no quiere de cir que no te puede gustar más o menos
La Strainiera que
Kat'a Kabanova. Yo no hablo de gustos personales, ni siquiera de gustos colectivos sino de la OBLIGACION que tienen los teatros de programar ópera de todas épocas, de todas las estéticas, de todos os orígenes. La obligación de mostrar la ópera como arte integral, no como el reflejo del gusto de una afición, por mayoritaria que esta fuera.