Yo asistí al estreno de esa Elektra en mi última escapada a Londres y, la verdad, tampoco salí demasiado entusiasmado.
Quizá pesó que era mi cuarta Elektra en vivo y el recuerdo de la mejor, con Eva Marton, es difícil de borrar, el caso es que la Bullock no me parece, en su totalidad, cantante para el papel. No es ya sólo que lo pasase mál en bastantes agudos (a muchas les ocurre y se lo perdonas en un rol tan infernal, bah!), lo que pasa es que la británica tiene una voz mucho más lírica de lo que requiere una Elektra, y ni por peso ni por condiciones, puede satisfacer en toda su totalidad el papel titular.
Tuvo bellos momentos, sí, como la escena con Egisto donde la parte le permite desarrollar su vena más lírica (y más afín) y donde desplegó bonitos apianamientos (quizá también la escena mejor resuelta escénicamente), pero otros muchos donde la intérprete se quedó chata, blanca, sin el "punch" necesario que el papel para mí requiere.
Aún así la cantante tuvo ganas y salvó la papeleta de manera bastante honrosa pero, ojo!, los incipientes síntomas de desgaste vocal detectados tendrían que ponerle sobreaviso de que algo no va bién en una cantante tan jóven. Veremos.
La Schwanewilms es una cantante que me encanta: exquisita, elegante, hábil fraseadora, con una hechizante forma de cantar que tanto recuerda a cantantes de la cuerda de una Schwarzkopf, o de una Janowitz. Con sus sonidos fijos, con sus veladuras, con esa enigmática forma de progresar. El mejor momento de la representación se debió a su buen hacer, en concreto la manera de como comenzó su larga perorata a partir de "nicht" (con ese clarinete bajo!) y donde consiguió, literálmente, suspender el tiempo. El problema es que Chrysothemis es quizá el personaje menos fijo de la obra, el más dubitativo, y también tiene partes, ahora exultantes, ahora desesperanzadoras, a las que, a la alemana, le cuesta entrar. Espléndido el último SI natural agudo en el dúo final con Elektra a pesar de que, en los comienzos de la representación, su voz soliese tener tendencia a endurecerse en los fortes.
Brava la Henschel, toda una institución en Inglaterra (la cantante iba a dar unas master-class en el Covent Garden coincidiendo con la Elektra). Se las sabe todas a la hora de hacer sacar a Klytämmestra todo su histrionismo (incluso en demasía). Las risotadas finales de su dúo (que vale, estan escritas por Strauss) fueron las más exageras que yo haya escuchado nunca, y su relato del sueño, a pesar de ser escrito por el compositor de forma liberádamente fragmentado, tuvo un exceso, quizá, de efectismo.
Decepcionante la dirección de Mark Elder: ordenada, medida, pulcra (con una limpísima orquesta titular) sí, pero también se dejó de lado mil y un momentos clave donde no supo ensanchar, subrayar, replicar... Una lástima! Quizá tenga a Mitropuolos demasiado presente en mi cabeza (qué le voy a hacer), pero Elder, para mí, engrosa la lista de directores que, ni chicha, ni limoná.
En fín, que viva Elektra (y en este caso no sé si se puede decir: "Y la madre que la parió"
) y viva el redondeo posterior a la representación. Sin duda lo que hizo esa noche para mí inolvidable.