Magnifica funcion
Produccion del Liceu que ya pude ver en Barcelona en el 2001
con nuevos tintes bufos prescindibles, en lo musical me pareció de lo mejor en los últimos tiempos. Fenomenal la Orquesta Barroca de Sevilla dirigida por Andreas Spering. Los cantantes bien en general con mención especial a Lawrence Zazzo por su Giulio Cesare, emperador de Roma, maravilloso contratenor y sobre todo con nuestra Elena de la Merced, que maravilla , que linea de canto, que expresividad, que elegancia...fue la gran triunfadora.


Me sorprendió la deserción de mucho publico tras el primer acto.

Una gran velada. En lo músical, de gran nivel. La polémica vendrá servida, como casi siempre, por el lado escénico, pero a mí me pareció una propuesta superentretenida, hermosa en muchos momentos y con gran cantidad de buenas ideas. Por supuesto que con algún que otro punto discutible, pero siempre apoyaré los montajes que muestren creatividad y respeto por la obra. Creo que ello queda cumplido en éste y no en otros que han sido ensalzados por critica y público, cuando, al menos en mi opinión, no han tenido el más mínimo interés desde el punto de vista escénico (por ejemplo la Manon Lescaut de la Temporada 2002/2003). En ópera barroca es muy frecuente alterar los números, prescindir de otros, añadir, etc. y no me parece una opción censurable de principio, si el resultado es óptimo (como creo en este caso). Si el montaje peca de atrevido, siempre lo preferiré a aquél monotono o fruto de una labor simplemente artesanal. Pero claro, en esta cuestión todo es muy discutible. Exponemos opiniones, pero creo que el auténtico aficionado a una expresión artística, debe estar abierto y receptivo a muchas propuestas que pueden ser interesantes, sobre todo si con nuestra entrada estamos pagando sólo un 30 o un 35% del valor del espectáculo. Si siempre buscamos la repetición de los mismos esquemas, todo resultará aburrido (al menos para mí). Además, no pensemos que se trata de un montaje escandaloso o transgresor; nada de eso. Es perfectamente asumible por cualquier persona que quiera divertirse con un espectáculo operístico y no llevarse todo el tiempo comparándolo con la idea preconcebida que se tiene de lo que debería ser "correcto". Hay que buscar que siempre sean espectáculos trabajados, elaborados, interesantes, sean modernos, clásicos, con o sin transposción de época, etc. Un montaje escénico operístico no es sólo la labor de un "belenista" (con todos los respetos para esta actividad que aprecio enormemente).
Señalar en lo musical también el fenomenal trabajo de Marina Rodriguez Cusí, como Cornelia y resaltar de nuevo el muy buen trabajo de la orquesta barroca de Sevilla, así como el del Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza en su brevísimo y brillante cometido.
Al final hubo una de esas ovaciones de las que ya no nos acordabamos. Los que abandonan y se van, ante un espectáculo como este, sinceramente (y lo digo sin tapujos), es que no son buenos aficionados y, en algunos de los casos, les han regalado la entrada.

Quién cantaba el Sesto?

Lola Casariego sustituía a Tuva Semmingsen en el rol de Sesto.

Sin perjuicio de que me extienda algo más en los próximos dias, la de anoche fue una grandísima velada, en muchos sentidos Una auténtica noche de ópera

a mi no me extraña


espero que os dure mucho tiempo ese magnifico director

Una orquesta grande y unas voces pequeñas...

Extraordinaria la Orquesta Barroca de Sevilla anoche en el Teatro Maestranza, una orquesta de muchísimos quilates a la que Andreas Spering, dada la pequeñez de muchas de las voces protagonistas, debió haber contenido en muchos momentos, y no lo hizo. Al punto que al contratenor australiano David Hansen, en su rol de Tolomeo, prácticamente no lo escuché... Y venir de las antípodas, en un reparto eminentemente nacional, para no hacerse oir, ya me dirán.
Exquisita Elena de la Merced como Cleopatra, haciendo gala de un canto delicado, con mucho gusto y magnífica proyección. Fue, junto a la orquesta, la triunfadora de la noche.
Lawrence Zazzo (Giulio Cesare) y Marina Rodríguez Cusí (Cornelia) para mi gusto cumplieron sin más. A él lo encontré falto de matices, y a ella, que tiene un bonito timbre, con problemas para conseguir que su voz emergiera por encima de la orquesta. Lola Casariego, como Sesto, no aportó a mi parecer nada digno de destacar. Bien el coro.

Lo mejor de la puesta en escena (minimalista en muchas escenas, diáfana y colorista) fue para mi gusto el tratamiento de la luz. He leído alguna crítica en la prensa local tachando el montaje de oscuro. Nada más lejos de la realidad a mi parecer... Lo peor el abuso de elementos cómicos, como ese cocodrilo que no cesó de pasearse por el escenario durante cuatro horas, distrayendo momentos sublimes de la ópera; o esa cabeza de Pompeyo, de mano en mano, a la que solo faltó rematarla de cabeza; o esas pancartas ilegibles, salvo por el público de las primeras filas de patio, que sacaban en ocasiones explicando, a modo de película de cine mudo, el desarrollo de los acontecimientos.
El vestuario con mucho traje vistoso mezclando épocas dispares, recordándome por momentos a los coros y chirigotas del carnaval de Cádiz. Buenos tipos (buenos disfraces), que dirían los gaditanos.

Resumiendo... me quedo con la maravillosa partitura de Haendel, con la Orquesta Barroca de Sevilla y con Elena de la Merced. Por este orden. El resto se me irá olvidando aunque luche contra ello.

Hombre, Cyrano61, querido compañero, qué alegría leerte. Gracias por la crónica. Veo que disfrutaste como un enano.

Gracias Gerardo Un placer para mí recibir tu bienvenida

La edad, que no perdona

Pues el Zazzo va a Bilbao con el mismo rol, a ver como se porta, que el teatro aún es más grande que el Maestranza....

Me alegro por Elena de la Merced, una cantante con los papeles en regla.

La apoteosis de la ópera barroca

Da gusto ver como en esta santa villa poco a poco se empieza a programar barroco con cierta regularidad fuera de las hechuras del Festival de Música Antigua. El sábado por la noche pudimos disfrutar con Giulio Cesare de Händel, acaso la ópera barroca más conocida y más querida por el público, en general desconocedor de esta época de la historia de la lírica.

Me encanta el barroco. Me apasiona su formalismo unido a la música tan brillante e inteligente. Por eso no pude sino disfrutar de la representación, teniendo en cuenta además que fue, a mi juicio, una de las funciones más brillantes que he presenciado en Sevilla. Muchos fueron los factores que contribuyeron a ello.

El primero de ellos, la obra. Händel supo volcar en esta obra todo su buen hacer como operista, componiendo algunas de sus páginas más célebres. Es una obra con una estructura clara en base al esquema aria-recitativo-aria. Sin embargo ya asistimos a la progresiva disolución de la forma que se va a producir en la obra de Händel, y que tiene como máximo exponente su Serse. De esta forma tenemos bellos recitativos acompañados, como el del personaje de César Alma del gran Pompeo, o hermosos dúos como el Son nata a lagrimar, entre Cornelia y Sesto.

El segundo de los factores fue la orquesta. Una Orquesta Barroca de Sevilla en estado de gracia. La OBS es una formación a la que personalmente tengo mucho cariño, ya que en sus conciertos me han acercado a repertorios a los que en su día era ajeno y que hoy en día forman parte de mi bagaje musical. El conjunto demostró la noche del sábado su ya conocida valía bajo las órdenes de Andreas Sperring, que obtuvo de la orquesta un sonido brillante y flexible, con unos tempi que jamás pecaron de desajustados. Especial mención merecen los instrumentos solistas en arias como Va tacito o Non è si vago e bello.

El tercer factor fue la puesta en escena. Si señor, la tan denostada por algunos puesta en escena. Como ya he dicho alguna vez, mi única vara de medir a la hora de juzgar una producción es que me parezca inteligente y que tenga coherencia interna. A diferencia de muchos que critican la producción de Wernicke, yo asistí al Maestranza con los deberes hechos: había visto el DVD del Liceo. De esta forma sabía lo que iba a ver, y que lo que iba a ver me iba a gustar. Pero mis expectativas fueron sobrepasadas, porque es una producción que gana muy mucho en directo, en cuanto a iluminación y a efectividad. Sinceramente, entiendo poco las críticas vertidas a una producción que es de todo menos agresiva. Basada inteligentemente en una plataforma con la forma de la piedra de Roseta, presenta un mundo como el de la ópera barroca, de héroes y villanos arquetípicos, de otra forma, con un toque de desmitificación. De ahí los elementos con un cariz cómico. Por otra parte, no me pareció una producción que careciera de la ya mencionada coherencia interna. Contra ella se pueden blandir dos tipos de argumentos: el clásico “no me gustó” “me pareció fea”, contra el que nada se puede decir, salvo que ese tipo de producciones, de corte germánico, no suelen buscar eso. El segundo tipo de argumentos es de tipo musical, y es en los que yo coincidiría. Cortar a estas alturas arias como el Da Tempeste es un sinsentido, y si bien la iniciativa de incluir arias de otras obras de Händel es loable por pretender situarnos en una práctica muy habitual en el contexto histórico de composición y representación, puede dar lugar a confusión.

Y el cuarto factor fueron los cantantes, a los que trataré de forma separada:

Lawrence Zazzo: Grandísimo César. Lució una voz muy bella, segura en las agilidades que presenta el rol. Pero donde se hizo patente la talla del artista es en momentos como el recitativo acompañado Alma del Gran Pompeo o en arias como el Aure, deh, per pietà, de gran delicadeza, donde el americano hizo gala de una gran expresividad y de un enorme control de la respiración. Por otra parte, el que esto escribe estuvo sentado en Paraíso y no tuvo ningún problema en escuchar a Mr. Zazzo.

Elena de la Merced: Estuvo muy pero que muy bien. Dentro de sus posibilidades, que son muchas, hizo una Cleopatra excelente, aunque algo apurada en las coloraturas. La valenciana exhibió esa voz tan bonita que tiene, tendente al grito en algún momento pero que la intérprete supo controlar en todo momento. A destacar su registro sobreagudo, amplísimo.

David Hansen: Junto con el Sesto, lo más discutible de la producción. Es un intérprete raro, pues posee una de esas voces tan raras de contratenor más central, en la línea de un Bejun Mehta. Sin embargo, es capaz de subir al agudo sin problema. Junto con esto, es reseñable su interesante sentido del da capo, pues los ornamentó de una forma muy interesante. Sin embargo, ay, es una voz pequeña en exceso. Escaso de volumen, le costaba sobreponerse a la orquesta. Interpretación quizás excesivamente caracterizada.

Lola Casariego: Mal, no me gusto nada. Incapaz de darle matices al personaje, se paso la obra cantando en un mediocre mezzoforte, llegando a desafinar un par de veces. Como Hansen, escasa de volumen.

Marina Rodríguez-Cusí: Encantadora Cornelia, hizo olvidarme de la antipatía que siento por el personaje. Una voz oscura, no oscurecida como tantas. Y una gran elegancia en el canto. Que siga esta señora por estos repertorios.

Los demás, entre la corrección de David Sagastume y Pau Bordas al horror de Frontal como Achilla.

Que más puedo decir. Que fue una gran noche, por muchas razones. Y que este año la temporada del Maestranza está pisando fuerte, lo cual me alegra mucho.

Postdata incómoda: Me resultan sorprendentes la quejas en cuanto a la duración de la obra. A ver, que pasa, ¿Qué no sabe la gente a qué ópera va? Este tipo de cosas me dejan perplejos. La gente ni sabe de qué ópera se trata ni si le va a gustar o no. Pues para eso que se queden en casa, que quieren que les diga. A estas cosas se va con los deberes hechos, sabiendo qué clase de obra van a escuchar al menos. Pero escuchar quejas sobre que si es un rollo o si es muy larga me parecen ridículas. Pues quédese en casa señora, que nadie obliga a acudir, que yo sepa.

Además en este caso se podía hasta conocer con antelación la producción gracias al DVD del Liceo, pero como eso de hacer los deberes es mucho trabajo, siempre es más fácil ir al teatro sin tener ni idea, despotricar de lo visto y después ver la enésima Traviata de Zefirelli. Como diría Forges, país…

resignacion hermano, resignacion.
pero dales

Pues aquí en Oviedo la mayoría no, algunos sin embargo vamos pese a que sabemos a que ópera vamos . Como ves es algo comun, hay mucha mas afición a ir a la ópera que a la ópera

Y yo teniendo que comprar entradas para gallinero y gente que le gusta la ópera quedándose sin entradas