Función del sábado día 14.6.25
Por falta de tiempo, no he podido hacer antes esta breve crónica de una de mis óperas favoritas de Donizetti e incluso del repertorio.
Lo primero que me sorprendió fue la prestación de Silvia Tro Santafé, a quien, a pesar de haberla visto unas cuantas veces, jamás había ía escuchado con un entendimiento tan perfecto de lo que es el belcanto. Ya su cavatina inicial fue un muestrario de expresión y acentuaciones plenas de emotividad, una fluidez entre registros remarcado por un legato de libro, con unos graves sonoros y rotundos y unos agudos precisos y penetrantes, sin que tuviese el más mínimo fallo en una emisión bellísima en un papel que tiene una amplísima tesitura. Asímismo, el uso de los reguladores para aumentar la emoción del texto fue absolutamente modélico, todo lo cual vale para sus espléndidos dúos con Roberto y con Nottingham. El primero fue fatalmente interrumpido por un ataque que sufrió un espectador, y a pesar de una larga pausa de casi media hora, los cantantes lo retomaron con la misma pasión y veracidad con que lo habían iniciado. Un sobresaliente para la cantante valenciana.
Eleonora Buratto está en plenitud, en plena posesión de sus medios, tiene un bellísimo timbre y ofreció un canto entregadísimo y lleno de intención. No observé esta vez, de las bastantes que la he escuchado, ningún problema con las notas agudas, aunque sabiamente evitó los sobreagudos tradicionales, aunque no escritos. Su “Vivi ingrato”, para mi caballo de batalla para una soprano belcantista, fue más que correcto, quizás un poco veloz para mi gusto. Está claro que después de las grandes Caballé, Gencer y Sills — Gruberova, a quien escuché este papel tres veces, podría haberlo sido, pero su entendimiento tan “sui generis” del belcanto, con el uso de recursos expresivos a veces exóticos y su uso y abuso de portamentos ascendentes y descencenteses, la colocan , a mi gusto, por debajo de aquellas— se hace muy difícil hoy día encontrar una soprano a la altura, aunque Buratto resolvió con mucha dignidad su intervención. Su soprano lírico se quedó corto en algunos momentos —se notó mucho en el trio con Roberto y Nottingham— y tuvo otros absolutamente increíbles para su tipo de voz , como las frases : “Alma rea! Spietato cor!, que dirige a Sara y a Nottingham respectivamente. Lo mejor a mi entender fue esa cabaletta final en Andante que tan rara pareció al público del estreno: la emisión cargada de rabia, tristeza, sarcasmo y desesperación, masticando y mascullando el texto sin perder un átomo de belleza en el sonido. Todo esto dicho, no creo que el belcanto sea el estilo que más le convenga.
Ismael Jordi, fiel a sí mismo, rey de las medias voces, estuvo muy correcto, creo que es el papel que mejor interpreta de la trilogía; bien de voz, lo mejor fue su escena de la prisión.
Un paso por debajo el barítono Lodovico Filippo Ravizza, quien a pesar de una correcta linea de canto y una voz, que sin ser especialmente bella, da más que de sobra para el papel, estuvo bastante irregular, con momentos de canto bastante impersonal y otros en los que se metió un poco más en el papel, como en su duo con Sara.
Del montaje no voy a decir nada, ya lo comenté aquí mismo cuando asistí a su estreno en Amsterdam, donde también Jordi cantó el rol titular. Opino simplemente, que sin ser aberrante, es un absoluto despropósito.
Me sorprendió la dirección cuidada y detallada del maestro Francesco Lanzillotta, a quien le había escuchado un Rossini que no me gustó nada. Un director que sí cree que la música de Donizetti es un bellísimo acompañamiento de las voces. Ya desde la obertura, tocada con espléndido legato, unas pausas enormemente dramáticas y, sobre todo, ningún chinpún chimpunero de esos que tanto gustan a algunos directores y a un sector del público, dio una versión muchísimo mejor que la que le escuché en Amsterdam a Enrique Mazzola.
Evidentemente ayudado por una orquesta esplendorosa, con un timbre bellísimo y un empaste y una forma de tocar que evitó cualquier atisbo de vulgaridad que tantas veces hemos de soportar en la óperas de Donizetti. Para mi gusto, el coro estuvo un poquitín por debajo.
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