Le Gouverneur escribió:
Para mí la función de Carmen del Real de ayer fue muy interesante, realmente única, una auténtica delicia.
Carmen es una de mis óperas preferidas y la que por casualidad vi por primera vez en directo. No soy de los de contar las representaciones pero han sido muchas las diferentes Carmenes, algunas grandes funciones y otras muy discretas, a pesar de que la calidad de la obra siempre sobresale de alguna manera. Cuando llevas muchas servidas es difícil sorprenderse y esta lo ha conseguido, sobre todo ha conseguido interesarme.
Recomiendo también la lectura del programa de mano de Jacobs, pero voy a hacer un pequeño resumen para los que no se tomen la molestia, ya que no hay más funciones.
Básicamente Jacobs propone que la idea original de Bizet de su obra, tuvo muy malos resultados en el estreno y explica las causas. Eso le llevó a 3 versiones distintas y sobre todo ha llevado a la tradición a imponer una versión con diálogos suprimidos y música añadida con recitativos compuesta por Ernest Guiraud. Jacobs se sorprende de que hoy en día se represente de esta manera en vez de la del compositor, algo que en su opinión desnaturaliza la esencia de la obra.
Y Jacobs explica las causas de los problemas en el estreno, y de los problemas que hay para realizar la idea original del compositor, que básicamente es que para tener éxito con los diálogos hablados se necesita un trabajo teatral intenso y unos artistas que sepan declamar e impostar además de ser francófonos, para tratar el texto con toda la naturalidad y espontaneidad que se necesita, de lo contrario se fracasa. Jacobs por tanto propone rescatar la idea original del estreno trabajándola con la mayor calidad posible. Fin del resumen, pero animo a la lectura del artículo porque es muy interesante en sí mismo.
Yo añado que para el Met es más fácil contratar a los dos mejores cantantes sean de la nacionalidad que sea.
Vimos hace poco un intento de rescatar Parsifal en su sonoridad del estreno y fue una auténtica tomadura de pelo, cómo se puede hacer ese intento fuera de Bayreuth, era un ejercicio imposible. La representación fue tediosa a más no poder.
En cambio esta recuperación no puede ser más interesante y pertinente, mucho mejor que ver la enésima función de Carmen, como se ha venido haciendo por la tradición, que yo no digo que no haya funcionado la ópera porque si no no sería de las más populares, ni estaría entre mis favoritas, pero que al ver la idea original, mi opinión sobre Bizet que ya era máxima, se ha realzado.
Lo primero que chocó en la representación fueron los primeros compases. Acostumbrados a escuchar un sonido brillante y muchos decibelios, se escuchaba prácticamente la mitad. Chocante pero debido a los instrumentos que se empleaban. Al poco tiempo te acostumbrabas a la nueva escala y a la vez permitía escuchar una versión por todos los intérpretes con infinidad de detalles, inflexiones, medias voces, pianísimos, que también te lleva a la reflexión de si la brillantez y afinación de las orquestas no ha desbordado el género. Y esto no solo lo puede pensar un cantante con pocas cualidades técnicas, recordamos aquí el manifiesto firmado por excelsos cantantes quejándose del tema, Kraus y otras grandes figuras. Ese manifiesto se ha tratado en el foro muchas veces y convendría de vez en cuando recordarlo.
A pesar de que Zerbinetto ha hecho una gran crónica y que comparto en muchos aspectos, no estoy de acuerdo con la opinión sobre la dirección de Jacobs, teniendo en cuenta la versión que pretendía y los instrumentos que utilizaba. Una versión que ha fluido musicalmente de una manera magistral, consiguiendo una teatralidad majestuosa y una trasparencia tímbrica inusual, deleitándonos con todas las intervenciones solistas y manejando los balances entre familias de manera sobresaliente. Muchas veces en las representaciones únicas de concierto, se siente una orquesta con pocos ensayos y aquí ha sido todo lo contrario, cuidado todo al máximo detalle.
Porque lo que más me ha llamado la atención de esta versión es cómo todo fluye casi sin darte cuenta de que están cantando un aria, se pasa a un diálogo, se pasa a un diálogo musicado, el diálogo se entremezcla con el quinteto por ejemplo y así avanza la velada. La naturalidad y espontaneidad de los diálogos estuvo mucho más que conseguida. Realmente cuando se aplaudió por primera vez tras la seguidilla, ya que no hubo habanera, para mí rompió un poco una magia que se había creado en el ambiente. Si otros compositores han hablado de la continuidad de la música al romper el recitativo-aria-cabaletta, aquí se podría hablar de continuo teatral por perfecto ensamblaje de los elementos. Es cuando empiezas a ver la figura de Bizet realzada.
Y para conseguir esto se necesitaba efectivamente intérpretes francófonos que además han resuelto la interpretación escénica de manera sobresaliente. Otro tema que llama a la reflexión, es lo claro que deja esta representación que el elemento fundamental en la teatralidad de la ópera es el intérprete. Y no lo digo como detrimento de las nuevas corrientes de las puestas en escena en comparación de la literalidad de las puestas en escena más tradicionales, si no todo lo contrario, lo importante no es si la escenografía es de la época o es más simbólica, el trabajo del intérprete es lo más crucial.
Aquí no había decorados pero sí vestuario, y el vestuario era actual, por lo tanto era una versión en "concierto", pero realmente escenificada en dos planos, un posterior a la orquesta que estaba en el centro del escenario y otro sobre el frontal del escenario donde se movían mayoritariamente los protagonistas. Excelente la representación en este aspecto, no tuve la sensación de ver un concierto y sí una función teatral.
Contaba Jacobs como una de las cuestiones que salió mal en el estreno fue el quinteto, que empezaba con el tenor fuera del escenario cantando y con la sensación de que se iba acercando. Un tenor que estaba indispuesto y que desafinaba, y que una vez en escena se integraban diálogos con el quinteto y que fue un auténtico despropósito. Es una escena efectivamente complicada y aquí se vio el intenso trabajo que se ha realizado de preparación, por el excelente trabajo conseguido.
Esta versión además da mucha mayor información de la historia y los personajes se definen mucho más en carácter y personalidad, hay muchas cuestiones que se entienden mucho mejor. Además está el perfecto balance entre lo cómico y lo trágico, con un especial énfasis más cómico en los contrabandistas y también el torero que es prácticamente otro personaje. No hubo ni un solo diálogo que se hiciera largo. Realmente es que no reparabas en que estabas en modo diálogo, todo fluía haciendo avanzar la representación.
Y se llega y se entiende muy bien el último acto, que ya supone un problema para el género de la opéra-comique, que no solía terminar de forma trágica, sumando mayor peculiaridad a esta obra tan especial.
Tengo que decir que tampoco estoy de acuerdo con la opinión sobre el aria del torero de Thomas Dolié, cuando cantó ese "toreador toreador" en piano, me pareció realmente exquisito, fue una de las sorpresas musicales más agradables.
Las féminas estuvieron sensacionales en canto y actuación, una altiva y empoderada gitana de Arquez y una dulce y excelentemente cantada e interpretada por Sabine Devieilhe , que después de su inolvidable interpretación de Lakmé en el Real hace poco, de lo mejor que he visto en este coliseo, ayer sin estar a tan gran altura volvió a dejar muestras de su inmenso talento operístico.
Al tenor Rougier se le vieron algunos rotos, pero también estuvo intenso y se le puede agradecer que mostrara un canto variado y con acertadas dinámicas.
Una Carmen con una versión más que interesante, que agradezco a Matabosch y a Jacobs, que me hayan permitido apreciarla y conocerla con mimbres adecuados.
Pocos aplausos durante y muchos y ovaciones al final, a mi entender este resultado es consecuencia de la alta teatralidad de la propuesta.
No quiero decir que ahora vaya a hacer ascos a las versiones tradicionales, pero es importante haber conocido esta versión de 1874.
Bizet no era un patán, era un genio.
No es que no disfrutase de la versión de anoche, al contrario, fue una velada en conjunto muy agradable y comparto la idea de que Carmen es una ópera excelente, aunque en mi opinión no para estar entre las 5 más representadas de todos los tiempos.
Ocurre que jamás había escuchado esta versión y me pilló completamente por sorpresa toda aquella serie de cambios. Pero soy una persona extremadamente curiosa y no me asusta —más bien todo lo contrario— la novedad, y ya tras la lectura del programa supe que escucharíamos algo distinto. Pero una cosa es saberlo y otra que tu cerebro acepte a la primera —cuando has visto muchas veces esa ópera en su versión más tradicional, como es mi caso— esa nueva sonoridad un poco “apagada”(en mi disculpa, condicionado por una otitis empedernida) para una ópera romántica y tan representativa de esa visión tan particular que la Francia de la época, y que a los españoles nos suele hacer tanta gracia, tenía de nuestro país, de nuestros amoríos , de nuestras tradiciones. Quizás no sin cierta base, como tantos otros clichés.
Jacobs es un grandísimo director y me lo ha demostrado infinidad de veces, pero, o por mi falta de costumbre con esta versión , o porque de verdad creo que a la partitura orquestal se le puede sacar mucho más partido (y no estoy hablando de decibelios), me quedé con ganas , lo voy a resumir en una palabra, de algo más de “pasión”. Es verdad, a modo de ejemplo, que en el “toreador, en garde” hay una p en la partitura, acompañada de la notación “leggiero e con fatuità, sempre con ritmo”. Yo escuché elegancia y legato y se me escaparon un poco el ritmo y la fatuidad.
Estoy seguro de que si tengo la oportunidad de volver a escuchar esta versión, iré preparado para ello y apreciaré todos esos otros aspectos que explicas tan ampliamente en tu comentario.
Absolutamente de acuerdo en el aplauso a destiempo después de la Seguidilla; yo no lo hice y me molestó sobremanera la interrupción, siguiendo como estaba la acción en ese momento, concentrado con gran esfuerzo a causa mi oído medio sordo. Pero también creo que el público es soberano y puede aplaudir cuando le dé la gana; yo lo he hecho extemporáneamente más de una vez, y está muy bien q cuando toque, nos dejemos llevar por la emoción. Nada más adecuado para ello que una ópera.